Coronando la provincia de Cáceres, entre el Valle del Ambroz y Sierra de Gata, desciende desde Las Batuecas salmantinas hasta las vegas del río Alagón, una comarca llena de historia y densos paisajes: Las Hurdes. Por sus escarpadas sierras de las Hurdes (cuya cumbre es el pico Mingorru con 1.627 metros), discurren cuatro valles formando agrestes paisajes donde perderse es todo un goce para los sentidos. Relieves abruptos, agitados por sorprendentes caídas de agua, como el Chorrituelo en Ovejuela, Chorro de la Meancera en El Gasco o Chorro de los Ingeles en Pinofranqueado. Un mosaico de pequeñas presas y piscinas naturales se reparten por el medio centenar de alquerías que conforman Las Hurdes, integradas en 5 municipios: Ladrillar, Casares de Hurdes, Nuñomoral, Caminomorisco y Pinofranqueado.

Estas tierras fueron pobladas desde la Edad del Bronce. Desde entonces, la geografía hurdana ha sido habitada por gentes de costumbres genuinas, que asombraron a sus visitantes durante siglos, quedando marcada por una leyenda negra y fantástica, fomentada por aquéllos que no llegaron a conocerla.

Miguel de Unamuno decía que "si en todas las partes del mundo los hombres son hijos de la tierra, en Las Hurdes, la tierra es hija de los hombres". El paso del tiempo y de pobladores hizo de Las Hurdes un lugar de entendimiento entre la tierra y el hombre, que luchó para vencer adversidades derivadas del durísimo relieve, donde uno se adaptaba al otro y viceversa, como puede verse, por ejemplo, en la construcción de numerosos bancales de pizarra seca que retienen la tierra contra las fuertes pendientes, posibilitando los cultivos (olivar, huertos, frutales), junto al pastoreo caprino, la apicultura y otros aprovechamientos del monte.

Dentro del entorno natural encontramos una flora rica y variada, esperable en una comarca tan diversa y forestal: desde vegetación de sotos y riberas (alisos, fresnos, tejos, acebos), bosques mediterráneos (alcornoques, madroños, encinas), matorrales (brezos, carquesas, jaras, escobas, cornicabras, labiérnagos, olivillas), plantaciones de castaños, olivos y cerezos, y cultivos forestales de pinos resineros, arrasados ahora en gran medida por el fuego.

También una fauna rica puebla esta comarca. Relacionadas con el medio acuático viven especies como la nutria, mirlo acuático, martín pescador o salamandra común, y refugiada en el bosque una densa comunidad ornítica: azor, gavilán, buitre negro, águila calzada, águila culebrera, milano negro, cárabo, autillo.

Cabe destacarse la presencia de reptiles de ámbito restringido en la región: lagarto verdinegro, lución y víbora hocicuda, único reptil venenoso de Extremadura, que cuenta con un sistema eficaz de inoculación. Coronando los riscos más septentrionales se yergue la cabra montés, compartiendo hábitat con el águila real, buitre leonado y roquero rojo.

En los enclaves más recónditos y menos alterados de las Hurdes, se advierte la existencia de lince ibérico, aunque debe tratarse de contados individuos, que ponen a la especie al borde de la extinción. Inagotable fuente de leyendas es el lobo, continuamente aludido en topónimos y manifestaciones folclóricas y etnográficas, ya que durante mucho tiempo campeó por tierras hurdanas a sus anchas, hasta que las reforestaciones, pérdida de su hábitat, drástica reducción de la cabaña ganadera y persecución directa acabaron con su presencia, reducida en la actualidad a citas esporádicas de individuos erráticos.

También pueden observarse aún construcciones que defendían las colmenas del oso, extinguido hace siglos.

PROBLEMATICA AMBIENTAL

Sin lugar a dudas los incendios forestales constituyen la principal amenaza ambiental y económica para la zona, que ha sufrido cada año el acoso repetido y devastador de las llamas. Las causas son tanto estructurales (alta combustibilidad de los pinares, inaccesibilidad del terreno, abandono de las prácticas preventivas...) como directas, sobre todo intencionadas (más de la mitad de las causas conocidas).

La destrucción del paisaje rural con pistas forestales, presas, edificaciones en pleno campo y también en los núcleos urbanos, con la consiguiente destrucción de la arquitectura tradicional, está suponiendo la pérdida progresiva de la identidad cultural y natural de la comarca.