Las aguas del Estrecho seguían ayer sin devolver a más víctimas del naufragio de una patera cerca del islote de Perejil. Lanchas marítimas españolas y patrullas marroquís apuraron hasta última hora las tareas de rescate e incluso ampliaron el rastreo a las playas de Ceuta tras hallar objetos y zapatos en aguas territoriales ceutís. Pero no tuvieron éxito. Desde la Brigada marítima de Marruecos, las esperanzas de encontrar más supervivientes son casi "inexistentes", por lo que la cifra de muertos podría llegar a la treintena. La búsqueda se reanudará hoy con todo el operativo desplegado en torno a Perejil, donde la atención mediática ha creado mucha tensión en el Gobierno marroquí. Los ocho cadáveres rescatados pertenecían, según fuentes del Hospital Mohamed V en Tánger, a jóvenes de 18 a 25 años.

Solo 11 ocupantes de la barcaza sobrevivieron a la tragedia y su destino inmediato también será dramático. Marruecos los expulsará hoy a su suerte a la ciudad argelina de Oujda, por donde cruzaron tras varios meses de ruta africana con el fin de llegar a la soñada Europa. Desde la oenegé de Tánger Caminando Fronteras aseguraron que las expulsiones se harán de forma "ilegal" porque, entre otras razones, Marruecos no tiene ningún acuerdo de deportación con Argelia.

Tragedias como la de esta última lancha volcada en las aguas que dividen las dos orillas del Estrecho no acabarán con el éxodo africano. Solo en Tánger, la comunidad subsahariana alcanza las 600 personas que huyeron de la miseria de países como El Congo, Nigeria, Costa de Marfil o Ghana. Joy, nigeriana de 20 años, emigró hace un año y es de las pocas subsaharianas que ayer deambulaban por Tanger. El resto de este colectivo, ante el revuelo causado por el naufragio, se refugió en casa. La policía marroquí suele llevar a cabo masivas redadas contra inmigrantes tras sucesos con gran repercusión en los medios.