La sobrasada, la sangría preparada, las huevas de pescado o las mermeladas llevan mucha más cantidad de colorante E-110 por litro o kilo de producto que el que aparece en el Dalsy, el medicamento denunciado por Facua por no incluir advertencias sobre sus posibles efectos secundarios en menores, concretamente del riesgo de provocar hiperactividad.

Los colorantes y aditivos, presentes en prácticamente toda la comida procesada, están estrictamente regulados por la legislación europea. Algunos de ellos también aparecen en medicamentos, en proporciones mucho más exiguas (y para ingestas mucho menores) que en los alimentos. La legislación sanitaria, que fue revisada en el 2009 a partir de nuevos estudios, fija requisitos mucho más estrictos. En el caso del E-110 está permitido hasta 10 miligramos por kilo, que es el porcentaje que contiene el Dalsy. Hace unos años, el límite estaba en 25 por litro.

Según la base de datos de aditivos autorizados en alimentación de la Unión Europea, el E-110 figura en proporciones mucho más altas en el pescado procesado (salmón, huevas de pescado..) donde se permite hasta un máximo de 200 miligramos por kilo. En la sidra anglosajona envasada o el bitter, se admiten hasta 100. En el preparado de sangría y otros vinos aromatizados, hasta 50 miligramos por litro. Para los preparados de fruta, excepto la compota, son 35; en la mostaza hasta 50; en salsas preparadas hasta 30, y en caramelos o chicles, 10. Está permitido que supere el máximo autorizado para preparados de carne, que es de 15 por kilo, en el caso de la sobrasada. Y también está presente en masas rebozadas (hasta 35) y en cremas cosméticas.

MENCIÓN OBLIGATORIA / En todos los casos, los alimentos que incluyan el E-110 han de hacer constar obligatoriamente en la etiqueta por los efectos negativos que pueden tener sobre la actividad y la atención de los niños. En el caso de los medicamentos, depende de la Agencia del Medicamento, competencia de Sanidad determinar el contenido de la etiqueta.

«Ya hace tiempo que se conoce la relación entre algún colorante y la hiperactividad, sobre todo en relación con las chuches, y por eso si contienen aditivos han de llevar una alerta. En los medicamentos, no están obligados a advertirlo porque no son alimentos, ni llevan una alta concentración ni se consumen de forma regular», advierte José Juan Rodríguez, profesor de Nutrición y Bromatología de la UAB. «Si existe la posibilidad de abusar de un alimento y que entonces se exceda la cantidad máxima recomendada de un aditivo, como en las chuches o los refrescos, entonces el fabricante sí está obligado a advertirlo», añade.

ALERGIAS / «El problema más común con los colorantes o excipientes son las alergias, no la hiperactividad. Para que el Dalsy provocara hiperactividad en menores, tendrían que tomarse litros y con las dosis que se administran es imposible. Y si se tomaran esas dosis, antes que la hiperactividad ya se habría producido una reacción al ibuprofeno, que es el principio activo», afirma Ferran Moraga Llop, expresidente de la Sociedad Catalana de Pediatria.

«Otra cosa es si un jarabe ha de llevar colorantes para hacerlo más atractivos, pero a mi entender, esto ha de estar justificado», añade el doctor Moraga. H