La madrugada del sábado comenzó a sentirse mal y en menos de cinco días nos ha dicho adiós. La noticia de su fallecimiento ha llegado en tiempos de pandemia y mascarillas, cuando el luto y el dolor se viven a dos metros de distancia y son imposibles los abrazos. Pepe Higuero nació en 1946 en Alcuéscar, el pueblo del que tanto presumía. Era hijo de Vicente y de Irene, y creció en el seno de una familia de otros tres hermanos: Matilde, Irene y Enrique, maquetista y diseñador de este diario, otro de los grandes, fallecido en 2011.

Pepe llevaba el periodismo en la cabeza y en el corazón, dos virtudes fundamentales de este oficio. Siempre demostró el profundo amor que sentía por Cáceres. Por su ciudad luchó y a su ciudad reivindicó. Lo hizo desde todos los puestos que desempeñó, no solo como director general del Extremadura en 1984 y como director del periódico entre los años 1994 y 1998, sino como director de Radio Popular, miembro de la Caja de Ahorros de Extremadura o director general de Cultura de la Junta de Extremadura en tiempos de Jaime Naranjo como consejero. A él se debieron la remodelación del Gran Teatro e incontables acciones como gestor cultural. Tuvo que ver, y mucho, con la llegada del Womad y la celebración del concierto de Sting en el Príncipe Felipe en 1993.

La anécdota

De Pepe Higuero habrá miles de anécdotas, seguro, pero yo me quedo con esta: llevaba él unos días dirigiendo este rotativo cuando me hizo pasar al despacho. Me puse a temblar. Pensé que por alguna razón aquella mañana me iba a caer la del pulpo y me pondrían de patitas en la calle. Tomé asiento en esa estancia del Camino Llano y comenzó a hablarme de usted...

«Me he enterado de que le gusta mucho Cáceres y de que junto a su compañero José María Ortiz suele frecuentar los bares de La Madrila». Asentí con la cabeza mientras mi cuerpo se hacía cada vez más pequeño engullido en la silla de terciopelo. «Quería preguntarle qué razones le llevan a preferir la sección de Local por encima de cualquier otra del periódico, siendo además su familia de Almería, usted nacido en Barcelona y ahora procedente de Don Benito. ¡Vaya un batiburrillo!», exclamó.

A mis veinte pocos contesté de esta guisa: «He sido un niño marcado por las mudanzas y Cáceres me ha acogido tan bien que quiero quedarme aquí para siempre». Respondió: «Siendo así le voy a dar cuatro pautas que deberá respetar en esta ciudad: la primera se llama la Virgen de la Montaña, la segunda se llama parte antigua, la tercera se llama baloncesto y la última se llama Atrio. Si aprende la lección, las cosas le irán mejor. Y ahora, póngase a trabajar, y por favor, levante el culo de la silla: que las noticias están en Cánovas. Ah, por cierto, vaya a hacer un reportaje a los de Atrio: ellos están consiguiendo que el nombre de Cáceres viaje por todo el mundo, igual que nuestro equipo de baloncesto, que ha subido a la liga ACB».

Pepe Higuero tenía estas cosas, impartía estas lecciones dignas del maestro que fue (dio clases en Castuera y Ciudad Real), del delineante que fue (era un extraordinario artista) y, especialmente, del periodista que fue.

Ayer, Pepe se marchó a los 73 años (en julio hubiera cumplido 74). Lo hizo sin hacer ruido, y eso que a él le encantaba hacer ruido en esos años en los que pinchaba discos en Bols o cuando llegaba a todas las reuniones luciendo su inseparable pajarita.

Pepe conoció a la periodista gallega Ángeles Luaces durante un curso de la COPE en el Colegio San Pablo en Madrid. A partir de entonces, y a bordo de su Simca 1000, iba a ver a aquella delicada dama del Ferrol, con la que contrajo matrimonio y tuvo cuatro hijos: José, Marta, Silvia y Jorge. Tenía un nieto, Antón.

Todos ellos están desolados, como lo está Cáceres, que sin Pepe Higuero se queda, indudablemente más huérfana. El que también fuera director del Diario Córdoba, escribió varios libros, uno de ellos ‘Sorprendente Cáceres, sorprendente’ junto a Luis Casero, en el que fotografiaban a personajes de la vida social, política, periodística y cultural de la ciudad. Fue editado por la Asamblea de Extremadura en la época en que se aspiraba a ser Capital Europea de la Cultura.

En 2011 Pepe Higuero reeditó de la mano de la Diputación de Cáceres ‘Ayuntamientos cacereños. Elecciones 1979’; tenía 32 años en los primeros comicios municipales de la España democrática. Había comenzado siendo informador de radio en la dictadura, en una época en la que cualquier noticia debía pasar antes por la Delegación Provincial de Información y Turismo para su previo visado. Al llegar la Democracia, irrumpió con fuerza un nuevo periodismo y por su programa de Radio Popular pasaron entonces concejales y cabezas de lista de UCD, PSOE, PCE e Independientes. Una editora de Madrid le encargó que hiciera un libro con esas entrevistas. En poco tiempo se agotó.

Retazos magníficos en forma de letras, de columnas de opinión, de fotografías hechas por un tipo listo, perspicaz, intuitivo, defensor de sus ideas, que argumentaba con vehemencia, y creador de una cantera de periodistas extremeños. Con Pepe Higuero, el eterno joven, amigo de sus amigos, al que nunca se le podía engañar, se va parte de la historia viva de la ciudad. Se va un maestro, un hombre que valoraba el trabajo y el esfuerzo y que hasta el último suspiro luchó por la defensa de Cáceres y del periodismo de trinchera, el que se hace con alma, con garra y con talento.