Desencajadas de dolor por el asesinato de la que había sido una de sus mejores alumnas de música, dos de las profesoras de Asunta Yong-Fang Basterra Porto acudieron esta semana a la comisaría de policía de Santiago de Compostela. Querían denunciar que como mínimo en dos ocasiones, una en julio y otra en septiembre, la niña llegó al instituto Rosalía de Castro mareada, con la boca pastosa y como si hubiera sido drogada. La niña contó que se trataba de una medicación que le había dado su madre, quien después, a preguntas de las profesoras, aseguró que le había producido alergia un jarabe.

La policía remitió el testimonio de las dos mujeres al juez José Antonio Vázquez Taín. También declaró una vecina que contó haber visto a la niña "medio drogada". Tres relatos que a juicio de los investigadores de la Guardia Civil de A Coruña pueden revelar que los padres de la niña, que hoy pasarán a disposición judicial imputados por homicidio, intentaron asesinarla con anterioridad.

Y no solo esos tres relatos cobran relevancia para los investigadores. El sábado por la noche, cuando los padres de la niña, la abogada --que ya no está colegiada-- Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra, acudieron a la comisaría de Santiago a presentar una denuncia por la desaparición de su hija, la madre relató un incidente del mes de julio que no había querido denunciar. Contó que se dejó las llaves de casa puestas, que sobre las dos y media su hija la despertó gritando y vio a un hombre con guantes de látex huir por el pasillo, y que al no faltar ni dinero ni nada optó por olvidar el incidente para no traumatizar a su hija. Los investigadores sospechan que ese fue un primer intento de asesinar a la pequeña.

INGRESO EN PSIQUIATRIA En todo caso, tras ese primer oscuro incidente, la madre de Asunta estuvo una semana ingresada en la planta de psiquiatría de un hospital de Santiago. Tras ser dada de alta, el matrimonio, que llevaba un tiempo separado y había iniciado un nuevo acercamiento, pasó con su hija varios días en una de las casas de la familia, en la playa.

Pero ¿por qué matar a una niña de 12 años, que el lunes habría cumplido 13? Para los investigadores, el móvil económico es la principal línea de trabajo. El abuelo materno de Asunta firmó su testamento en 1975, mucho antes de que la niña naciera. Sin embargo, fuentes no oficiales del entorno de la familia materna de la niña aseguraron ayer a este diario que el abuelo, el reconocido abogado compostelano Francisco Porto Mella, donó en vida algunas de sus propiedades a su única nieta. Esas fuentes cuentan cómo el abuelo renegaba ante sus amigos de su hija por "derrochona y poco trabajadora", mientras elogiaba la madurez e inteligencia de su nieta.

LAS MUERTES DE LOS ABUELOS El abuelo murió a los 88 años, el 26 de julio del 2012. En su casa, de repente. Siete meses antes, su esposa, la profesora Socorro Ortega Romero, había fallecido igualmente en casa y de forma repentina. El mismo médico, amigo de la hija, firmó las actas de defunción por "causas naturales". Fueron incinerados, y sus cenizas, arrojadas al mar.

¿Se investigarán sus muertes? El juez Vázquez Taín dejó ayer muy claro que en estos momentos solo le interesa quién mató a la pequeña Asunta y cómo. Mientras que fuentes de la Guardia Civil ponían de manifiesto la gran dificultad que implica investigar las circunstancias de dos muertes en las que no hay cadáver. Pero no se cerraba la puerta a ninguna diligencia policial, aunque no se haría de manera inmediata. Los guardias civiles registraron ayer las viviendas de los padres en Santiago. Cuatro horas en casa de ella y 45 minutos en la de él.