Era anciano, tenía una salud precaria, había sido aislado y no había demandas judiciales o de indemnizaciones contra él". Esa fue, en síntesis, la explicación que el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ofreció ayer, y solo en inglés, al New York Times , sobre el padre Murphy, acusado de haber abusado de 200 niños sordos.

El escándalo ha provocado un gran malestar en las altas esferas del Vaticano. Probablemente, la cúpula de la Iglesia esperaba que, tras encauzar según el código penal y el canónico, aunque tarde, los millares de casos sucedidos en varios países, las denuncias bajaran de tono.

"Ningún encubrimiento", escribió ayer L´Osservatore Romano , diario oficial del Vaticano, a pro-pósito de la información revelada por New York Times . El rotativo acusó al diario neoyorquino de "un evidente e innoble intento de golpear a toda costa a Benedicto XVI y a sus más estrechos colaboradores".

"Hay sensación de asedio", se rumoreaba ayer en los pasillos vaticanos, en los cuales circula desde hace semanas una información, no confirmada, según la cual un obispo de Alemania, país donde aún se están contando los casos de abusos, habría informado al Vaticano sobre la existencia de "un grupo de británicos que está viajando por países en busca de trapos sucios de la Iglesia católica". La información avalaría un temor que tiene desde hace un tiempo la jerarquía del Vaticano; un temor que no está relacionado directamente con la pederastia. La rigurosa y a veces rígida actitud papal frente a las nuevas fronteras de la sociedad moderna (control demográfico, células madre, eutanasia, etcétera), sobre las que los gobiernos tienen que legislar, molestaría a grandes lobis.

Según la versión vaticana, los hechos ventilados sobre el cura Murphy sucedieron entre 1950 y 1974. El caso fue tratado en el ámbito de la diócesis de Milwaukee, que solo 20 años después interpeló a la Congregación para la Doctrina de la Fe (dirigida entonces por el cardenal Joseph Ratzinger), ya que de por medio había habido una petición de revelar informaciones conocidas en el secreto de la confesión. "Es importante subrayar que la cuestión canónica presentada a la Congregación no estaba relacionada con las potenciales medidas civiles o criminales contra el padre Murphy", puntualizó Federico Lombardi, el portavoz de la Santa Sede. La respuesta de la Congregación sugería al arzobispo de Milwaukee, según Lombardi, que considerase restringir "el público ministerio de Murphy" y exigirle "que aceptara la plena responsabilidad de sus actos". El cura murió a los cuatro meses.

L´Osservatore Romano de ayer lamentaba que "la tendencia de los medios es a descuidar los hechos y forzar las interpretaciones con la finalidad de difundir una imagen de la Iglesia como si fuese la única responsable de los abusos sexuales, imagen que no se corresponde a la realidad".

Las denuncias de abusos llegaron ayer a la plaza de San Pedro, donde la asociación Red de Supervivientes de Víctimas de Abusos de Sacerdotes acusó al Papa de ocultar los hechos e "ignorar las denuncias".