No hay nada en la ficción española que se le parezca. Es una serie histórica, pero no es Hispania. Ni Isabel. Ni Águila Roja. La peste, que Movistar+ estrena hoy, es otra liga, palabras mayores. Es el ambicioso retrato de la Sevilla del siglo XVI. Lleva la firma del cineasta Alberto Rodríguez (La isla mínima), que ha gozado de «absoluta libertad y cero presión» para crear un thriller que ha costado 10 millones y que supone un antes y un después en la historia reciente de la tele en España. Antes de rodar, un equipo de documentalistas estuvo dos años investigando cómo era entonces Sevilla, la urbe más importante de Occidente.

La peste está protagonizada por un desconocido en la industria del que oiremos hablar mucho a partir de ahora: Pablo Molinero, que da vida a un hombre perseguido por la Inquisición por imprimir libros prohibidos. Una vez preso, le prometen la libertad a cambio de que resuelva una serie de crímenes con tintes diabólicos que están asolando Sevilla, ciudad rica pero caótica, mugrienta y diezmada por la peste negra. Para emprender la tarea, acudirá a un viejo amigo (Paco León), con pasado turbio pero que ha ascendido socialmente no se sabe cómo y que vive en un palacio.

La peste -que consta de seis capítulos de 50 minutos- pone el ojo en la lucha de clases. Sus personajes son complejos y el guion goza de tensión e intriga. Aquí no hay diálogos impostados, ni personajes de cartón, ni niños repelentes. Hay niños, pero son reales. Niños del siglo XVI y de vida miserable. Hay escenas iluminadas con una vela (algo inimaginable en las series españolas, en las que normalmente hay tanta luz como en un quirófano) y tantos detalles que abruman, como los palillos que se usaban en la época para hurgarse los dientes o los alimentos y bebidas de moda.

Sevilla era la ciudad más importante de Occidente, la puerta de América gracias a un Guadalquivir inundado de barcos, un vibrante centro de negocios, pero la pobreza campaba a sus anchas. El 10% de la población era negra, existía la esclavitud (se vendían hombres y mujeres en la catedral) y había barrios enteros que eran un prostíbulo.

Viendo el empaque de los capítulos (los dos primeros se presentaron por todo lo alto en el último festival de San Sebastián) parece mentira que La peste naciera de una conversación de cañas. Las que se estaban tomando un día Alberto Rodríguez y su guionista habitual, Rafael Cobos, ambos sevillanos. «Mirábamos la calle y pensamos en cómo sería Sevilla en el siglo XVI. La serie nació de esa conversación», explica el cineasta, en cuyo currículo (El hombre de la mil caras, Grupo 7) está la dirección de algunos capítulos de Hispania. «Movistar nos ha animado a ser transgresores y a no ir por la senda tradicional. Nosotros hemos ido probando cosas, a ver qué pasaba. No hemos tenido ningún problema al escribir el guion ni en el rodaje ni en el montaje», subraya.

En San Sebastián, donde La peste se programó en la sección oficial, el público pudo ver los dos primeros capítulos en pantalla grande. Puro cine.