--¿Cómo es su personaje?

--Es un joven del barrio, que regresa después de una vida dura, pero es muy noblote. Un tipo genial.

--¿Vuelve a trastocar la vida de Reyes (Olivia Molina)?

--En realidad, a quien va a descolocar es a Ulises, que es de clase alta, ha tenido una vida más fácil que mi personaje y no valora tanto las cosas de la vida. Son dos personajes que chocan, pero no porque mi personaje quiera, sino porque somos distintos, y solo con que yo le trate de manera cercana ya se descoloca.

--Pero con Reyes va a tener una relación muy cercana...

--Sí, porque fuimos novios y tenemos un rollo muy particular. A Ulises le puede chocar que yo tenga tanta confianza con ella sin necesidad de que pase nada, aunque es evidente que Reyes me vuelve loco.

--¿Qué le atrajo de El síndrome de Ulises?

--Lo que más me gustó del personaje es que es muy positivo, muy alegre, muy activo, muy de ayudar y muy de tocar. Y eso, quieras que no, a mí, que en mi vida quizá sea más tímido, me da un poco de salsa. Ahora, cuando estoy con mis colegas, ando todo el día como si se me hubiera pegado el personaje. Charly es alguien al que te puedes llevar a la calle con toda confianza.

--¿Ha sido difícil integrarse en un equipo ya establecido?

--Al contrario. Juro que el primer día que llegué me sentí como en casa. Es un equipo muy joven en el que resulta fácil integrarse. Además, ya había trabajado con algunos y me siento muy bien.

--¿La serie refleja bien ese mundo de los barrios marginales?

--No deja de ser una ficción, y siempre hay que llevarlo un poco más al cómic que a otra cosa, porque no es un documental. Pero todos los tipos que salen existen: el pijo, el motero, el drogata. Creo que intenta ser fiel a lo que pasa en la calle.

--¿Conocía usted ese ambiente que retrata la ficción?

--Todos lo conocemos, porque vivimos todos en el mismo mundo. O deberíamos conocerlo. En mi caso concreto, me considero de la calle: he sido un actor que ha aprendido casi todo en la calle, trabajando de camarero y estando ahí. Me identifico con esto.

--¿Qué le da la tele a un actor joven como usted?

--Ante todo, experiencia. Eso y aprender a solucionar muchas cosas en el momento.

--¿Y nombre para abordar otros proyectos?

--Eso depende de los directores. Los habrá que quieren un actor popular y otros que lo prefieran menos conocido para dar más credibilidad al personaje de su película.

--No parece que el medio le apasione demasiado...

--La televisión es lo que hay. Para mí no es lo mejor, pero el negocio está muy mal y esto funciona así. No hay que darle vueltas, hay que adaptarse o dejarlo.

--¿Qué es lo que más le apasiona del oficio que ha elegido?

--Lo que más me gustaría es dirigir cine, que es lo que más me atrae. Pero eso es una cosa que está ahí a lo lejos, como un fin que haré. Hasta entonces lo que me planteo es seguir en este oficio, trabajar de actor, conocer a más directores y seguir aprendiendo para ver si algún día soy capaz de hacer algo mío.

--¿Cree que sigue habiendo entre los actores un cierto prejuicio contra hacer televisión?

--La mayoría están encantados de salir en la tele y que les paren por la calle; pero también hay otros que no. Es como que haya una gente de izquierdas y otra de derechas, que es estupendo, pero cada uno es cada uno. Esto es lo mismo. Los hay que lo ven como un trabajo del que vivir durante un tiempo y otros que lo consideran un escaparate para darse a conocer. Todo me parece válido.