Según un interesante estudio que la consultora TNS Nipo ha realizado para la multinacional holandesa Philips, el 69% de los hogares españoles tiene más de cuatro mandos a distancia: para la tele, el vídeo, el radiocasete, el aire acondicionado... Esta cifra nos coloca por delante de países como Francia y Dinamarca (62%), Alemania (59%) e Italia (57%), pero por detrás de Inglaterra, donde son mayoría los hogares con ¡cinco mandos por hogar! Es de suponer que allí tienen mando hasta para el microondas.

Pero lo más significativo del informe de marras no es el dato cuantitativo, sino el cualitativo: los españoles somos los ciudadanos europeos que más importancia le damos al hecho de poseer la madre de todos los mandos: el del televisor. Y por la posesión de este cetro de poder los españoles somos los que más discutimos, especialmente las españolas. Porque, según el estudio, son ellas las más posesivas: el 46% de las encuestadas considera importante tenerlo en sus manos, mientras que solo el 19% de los españoles creen que eso es relevante. Y todavía va más allá el informe: el 46% de los preguntados reconoce que el control del mando es el detonante de una de cada cuatro discusiones de pareja. Como bien resumió el director de Periféricos y Accesorios de Philips Consumer Electronics, Eric Spelt, "uno de los aspectos llamativos del estudio es que las personas tienen un vínculo emocional con sus mandos a distancia". ¡Todo un experto en relaciones de pareja este vendedor de infrarrojos!

Teniendo en cuenta que en España existen unos 15.735.000 hogares, sería fácil hacer un cálculo aproximativo de la burrada de millones de mandos a distancia que existen, pero, ¿podemos calcular el número de peleas familiares que la posesión del poder provoca cada día en esos hogares? Y de estas peleas, ¿cuántas degeneran en algo más que un toma y daca verbal por ser el rey o la reina del zapeo?

Una de las conclusiones de este estudio --y la razón por la que se hizo-- es que la mejor solución es unificar todos los mandos en uno. Es decir, obligar al consumidor a comprar un mando más, que se sumará a los que ya existen y que siempre desaparece misteriosamente cuando más se necesita. Pero no nos engañemos. Esa es la solución inducida por el que quiere vender. Porque la única vía para evitar consumir más y pelearnos menos en casa, es aplicar la máxima de la democracia audiovisual: un hombre/una mujer, una tele. Y cada uno con su mando, claro.