Eva se pasea por un paraíso de ensueño, pero está mustia. ¿Qué le pasa a esta Eva de formato pin up americano? Pues que le falta un manso a su imagen y semejanza con el que retozar por esos terrenos de alto standing tropical. De pronto, un Adán de cuerpo danone aparece, y ella sonríe, y él sonríe y la saluda..., de forma curiosa. La sospecha de Eva se confirma en el siguiente plano, cuando Adán le muestra, divertido, lo femenino que le queda una flor entre los finos dedos de su pie... Sí, Adán es gay. Por eso, el eslógan del espot --porque todo este chiste es un anuncio televisivo de una compañía aseguradora-- concluye con un consejo: asegurarse contra cualquier tipo de imprevistos.

Parece obvio que este espot-chiste no debe hacer ninguna gracia a dos colectivos --en principio-- poco afines, el cristiano y el homosexual. Pero es el riesgo que tiene el anunciarse en la tele: destacar entre los cientos de miles de reclamos publicitarios que pululan por la pequeña pantalla obliga a sorprender, provocar hasta el límite, para lograr que se hable de tu producto, aunque sea mal. Y esta es la política de comunicación de Centraal Beheer, aseguradora de Apeldoorn (Holanda) que ya es famosa por el agresivo estilo de sus anuncios, que buscan la notoriedad a través de gags que tienden hacia el humor negro, la trangresión y la irreverencia. Una buena muestra de este estilo se puede ver en YouTube. Hay que escribir en el buscador de la web Even Apeldoorn bellen (algo así como Let´s call Apeldoorn , que es la frase con la que se cierran todos sus espots) para acceder a una extensa selección de estos anuncios, entre los que destaca el del Adán gay. Pero este espot solo está en internet, ya que la misma Centraal Beheer ha considerado que ahí se han pasado y ha decidido no emitirlo en las televisiones, para no ofender a cristianos ni homosexuales.

Si es ofensivo o no es algo que cada uno debe valorar en función a su personal sentido del humor, y después replantearse si tenían razón los islamistas que se indignaron en el 2006, cuando un periódico de Dinamarca hizo un chiste con la figura de Alá. Ofensas al margen, lo que resulta curioso es que los autores se planteen la autocensura cuando el gag ya ha sido ideado, guionizado, grabado, editado y presentado (en internet). Vamos, que todo apunta a que es otra vuelta de tuerca de la estrategia de esta empresa: la contrición pública y la autocensura del espot desarma las reacciones de creyentes y de gais, pero al mismo tiempo provoca la insana y natural curiosidad humana por acceder a lo prohibido. Y esta manera tramposa de actuar es lo que debería ofendernos.