Frente a la avalancha de ratomaquias, triunfitos y la salsa ketchup de los programas cotillas, esta semana hemos tenido un extraordinario pase de anuncios, de espots publicitarios, bajo el título Los espots más sexys (A-3 TV). Ha sido una sesión interesantísima. Nos ha confirmado una vez más que lo mejor de la tele son los anuncios. Con excepciones, naturalmente. Ayer tarde, por ejemplo, vimos que esa casa de colchones que en el 2002 contrató a Constantino Romero y a Carmen Sevilla para resaltar la bondad de los muelles de su producto, ahora, para sus espots del 2003, ha fichado a Parada.

Salió el pimpollo de Cine de barrio recostado en la camita. Nos dejó una sensación terrible. Quedamos asustados solo de pensar cómo iban a quedar las ballestas del colchón después del ataque del corrosivo Farmatint. Horroroso. No habrá cerrajero ni lampista que pueda con el óxido.

En el ejercicio recopilatorio de A-3 TV hemos visto en cambio estimables golpes de ironía. Una firma publicitaria Noruega, por ejemplo, anunció el festival de cine gay de Oslo retocando los dibujos del cuento La princesa y la ranita : tras besar a la rana, en lugar de salir un príncipe sale una doncella, y ambas se pegan un meneo lésbico de abrigo.

O sea, la salida del armario por la vía de la literatura infantil. El del inglés que va en coche y pincha, y en lugar de hinchar la rueda hincha una muñeca de sex-shop, también sublima lo que tenemos hoy en día: sexo televisivo virtual, hinchado con silicona y aire comprimido.

O sea, que el ingenio de los publicistas, al servicio del consumismo, a veces consigue meditables retratos de la sociedad en que vivimos.

El comentario de Mar Saura, presentadora del programa: "La vida es una carretera. Los hombres sólo son los coches que pasan por ella", no solo es una ácida caricatura de la clase masculina. También es cruel daguerrotipo de la femenina: reduce las mujeres a autoestopistas.