--¿Qué pretende hacer con el programa En días como hoy?

--Algo tan ambicioso como irrenunciable: yo quiero hacer radio en estado puro, esa que escuchas y tienes realmente la sensación de que te cuenta lo que te pasa. Que la escuchas y te la crees, porque no solo oyes a la gente que hace el programa, sino a otros oyentes como uno mismo y la presientes como algo tuyo. No sé si lo lograré, pero lo intento todos los días porque me lo creo.

--La mañana es quizás el horario radiofónico más competitivo. ¿Queda hueco disponible?

--Espero que sí; si no lo pensara, no me hubiera metido. Es verdad que es como si empezara, porque los compañeros que hay a esas horas tienen sus reales muy bien posados y es gente de gran calificación profesional, pero creo que hay sitio.

--Además, cada jueves presenta en TVE-1 El ojo público del ciudadano, que pretende ser un programa útil para el espectador. ¿Cree que lo está consiguiendo?

--No lo sé, esa perspectiva no la tengo. Lo que sí percibo es que el programa cuenta cosas que el público no está habituado a ver en televisión y eso es algo que la gente percibe, lo acepta, y les viene muy bien que desvelemos ciertas cosas y les recomendemos soluciones frente a problemas cotidianos.

--En los últimos años ha pasado por buena parte de las cadenas de televisión. ¿Cuál es su opinión sobre el medio?

--Está muy complicado, porque hay una exigencia de contenidos que no siempre se ajustan al interés general. Estos, a menudo, especulan demasiado con la vida privada y con la exposición pornográfica de los sentimientos, contaminados por el interés de meter el dedo en el ojo para sacar rentabilidad económica. Por lo demás, sigo pensando que hay mucho talento en la tele, que se hacen productos que están bien y que hay gente para hacer otras cosas, pero doctores tiene la Iglesia y programadores, las cadenas.

--¿Es distinta la situación que se da en la radio?

--Como oyente, la radio me sigue pareciendo un medio menos contaminado por contenidos escandalosos, aunque solo sea porque en las radios las exigencias de audiencia no son igual que en las televisiones.

--¿Tiene preferencias entre los dos medios?

--Desde un punto de vista del público, creo que la relación con la radio es más íntima, más personal. Al poderla escuchar en cualquier situación, te identificas más con la radio que con la televisión.

--¿El servicio público está reñido con la competitividad y la calidad?

--En absoluto. El servicio público no está reñido con ninguna de esas cosas. Eres competitivo si eres bueno, y puedes ser bueno haciendo radio o televisión de servicio público. El día de la muerte de Pavarotti escuchamos un testimonio de una gran emotividad de Montserrat Caballé frente a la muerte de su amigo, y algo que conmueve de esa forma es radio en estado puro. El servicio público no consiste en aburrir a la gente, sino en ofrecer cosas que les resulten realmente útiles.