En el discurso más importante de toda su trayectoria, Felipe quiso tocar todos los aspectos que planean sobre la Corona y España. Tuvo recuerdos para sus padres. Menciones a las víctimas del terrorismo y los desempleados, especialmente los más jóvenes. Compromisos de impulsar "una Monarquía renovada", que sea "íntegra, honesta y transparente". Y en pleno auge del independentismo en Cataluña, exhortaciones a la unidad en un país que es "diversoO y como tal, explicó el Rey, debe ser reconocido.

"Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas", dijo Felipe a las once menos cuarto de ayer en el Congreso, después de que el presidente de la Cámara, Jesús Posada, pidiera "no sustituir el consenso" constitucional por "la disensión". Entonces Posada dio un "¡viva el Rey!", que los diputados, senadores y representantes de las instituciones del Estado repitieron antes de romper a aplaudir. Los menos efusivos fueron, durante todo el acto Iñigo Urkullu y Artur Mas. Aunque hicieron algún amago de aplauso, permanecieron imperturbables la mayor parte del tiempo. En contra de la Monarquía, los parlamentarios de Izquierda Plural y el Grupo Mixto no acudieron a la ceremonia de proclamación.

LENGUAS COOFICIALES Las expectativas sobre las palabras del Monarca eran altas, y se había dado por supuesto que se detendría en la crisis territorial. Felipe le dedicó una de las partes más amplias de su discurso. "Quiero reafirmar mi fe en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo. Unidad que no es uniformidad, desde que en 1978 la Constitución reconoció nuestra diversidad (-), que nace de nuestra historia, nos engrandece y nos debe fortalecer", dijo. "En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español", añadió. Y, siguiendo con una idea que repite Mariano Rajoy, apuntó que, en estos tiempos de construcción de la UE, "los sentimientos" no deben "dividir". El discurso, que el Gobierno había leído previamente, lo han estado preparando durante meses Felipe y Jaime Alfonsín, su mano derecha desde hace casi 20 años y posible futuro jefe de la Casa del Rey.

El Monarca dijo que una expresión de la diversidad son las lenguas cooficiales, aunque no las citó y se limitó a asegurar que "deben ser objeto de especial respeto y protección (...) pues son a la vez los puentes para el diálogo de todos los españoles".

"TIEMPO NUEVO" En un discurso tan amplio, solo hubo una expresión que utilizó dos veces: Felipe repitió que quiere "una Monarquía renovada para un tiempo nuevo". En un momento en el que la valoración de esta institución ha caído a sus cotas más bajas por la investigación de Iñaki Urdangarin y Cristina, y los errores de Juan Carlos, su insistencia fue muy indicativa.

Felipe dejó claro que él era alguien distinto de su padre, al que alabó por lograr "superar diferencias que parecían insalvables", y en otro pasaje del discurso dejó que se viera la sombra del caso Nóos . El Monarca admitió que, en esta coyuntura de crisis, los ciudadanos demandan que la "ejemplaridad" presida la vida pública, una palabra que trae a la memoria la expresión con la que la Zarzuela condenó a Urdangarin, cuando un portavoz confesó que había tenido un comportamiento "poco ejemplar". "Y el Rey --añadió-- debe ser no solo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia".

DIPUTADOS Y PRESIDENTES "Yo me siento orgulloso de los españoles y nada me honraría más que los españoles pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey. Muchas gracias. Moltes gràcies . Eskerrik asko . Moitas grazas ", acabó Felipe, que salió del Congreso por la Puerta de los Leones, donde le esperaban el Gobierno, diputados, senadores y presidentes autonómicos.