No solo fueron caramelos, de los que se lanzaron kilos y kilos que fueron suficientes hasta llegar al paseo de San Francisco, sino que los niños que presenciaron ayer en Badajoz la cabalgata de los Reyes Magos, también pudieron llevarse para casa tatuajes, manos locas y relojes "para que cuenten el tiempo hasta el próximo año", contaba la concejala de Cultura, Paloma Morcillo. La visita real, que comenzó a las 17.00 horas en la estación de Renfe, a la que llegaron Sus Majestades, se prolongó hasta las 21.00 horas, momento en que los Reyes se retiraron para empezar a entregar los regalos a domicilio. Todo el trayecto transcurrió sin incidentes.

Además de las carrozas temáticas y las reales, la cabalgata estuvo animada por peces abisales, dragones, zancos, una cigüeña en triciclo, una equilibrista envuelta en tul, saltimbanquis y animadores que amenizaron todo el recorrido hasta el paseo de San Francisco, donde Sus Majestades tardaron más de media hora en cruzar los pocos metros del pasillo de terciopelo rojo que los conducían hasta el quiosco de la música, por la cantidad de niños que querían saludarlos y entregarles sus cartas. La anécdota la protagonizó un niño de 7 años, José Manuel, que permaneció durante todo el espectáculo arriba en el quiosco porque se había perdido de sus padres, que lo buscaban preocupados pues habían llegado de Castuera expresamente a Badajoz a ver la cabalgata.

El alcalde dio la bienvenida a Sus Majestades y Aníbal Barradas, un niño de 10 años, leyó el manifiesto de Unicef. Este año también ha tenido protagonismo el Embajador Real, que durante 36 días ha permanecido en el quiosco recogiendo cartas para los Reyes. Anoche se despidió de los niños pacenses después de relatar los deseos que le han transmitido en su correspondencia, entre ellos que abra cuanto antes la Biblioteca Pública del Estado, para poder ir a leer libros.