No están divorciadas porque nunca estuvieron casadas, pero las dos fuerzas que representan a la izquierda extremeña aún guardan cuentas pendientes en el cajón. De la mano de Izquierda Unida queda que el PSOE pueda seguir liderando la comunidad durante cuatro años más o que por primera vez en la historia, el funcionamiento de la Cámara autonómica, la Junta o ambas sea cosa del PP. El candidato socialista y presidente en funciones, Guillermo Fernández Vara, ha tendido la mano al coordinador regional de IU, Pedro Escobar, para que ambos firmen un pacto de legislatura. Dice que es "lo lógico y lo natural" puesto que ninguna fuerza política ha obtenido la mayoría absoluta, pero Escobar siente que no tiene "ninguna obligación histórica" de salvar al PSOE. ¿Por qué?

Corría el año 1995. Los socialistas no consiguieron el respaldo suficiente en las urnas para mantener su mayoría absoluta. Juan Carlos Rodríguez Ibarra había conseguido 31 escaños e igual que ahora, buscó el apoyo de los seis que por entonces obtuvo IU para seguir siendo el presidente de Extremadura. El pacto fue posible: IU apoyó con su abstención la investidura de Ibarra como presidente de la Junta y a cambio, Teresa Rejas lideró la Mesa de la Asamblea. Pero las cosas no salieron bien. Dos de los diputados de IU, Luciano Fernández --ahora en el PSOE, en esta legislatura ha sido vicepresidente de la Mesa de la Asamblea-- y Juan Luis Aparicio, abandonaron el grupo parlamentario y se constituyeron como independientes. Dos valiosos escaños que al final, le valieron a Ibarra, que conservaba sus 31 diputados, para hacerse con la mayoría absoluta. Y desde entonces, según fuentes de IU, se dedicó a ´deshacer´ todo aquello que se había acordado en la Asamblea con el respaldo de las otras fuerzas políticas y que no le gustaba.

Así, se aprobó la creación de un Tribunal de Cuentas que después del cambio, nunca llegó a funcionar; se aprobó una Ley de Publicidad Institucional que obligaba a la Junta a informar a la Asamblea de las partidas destinadas a publicidad en los medios que nunca se cumplió o "se llegó a votar en la Cámara que los convenios que Extremadura firmara con otras regiones no tuvieran que ser votados en la Cámara". Este último punto está relacionado con la implantación de Canal Sur en Extremadura, un postulado con el que IU nunca estuvo de acuerdo y que incluso, terminó en los tribunales.

La Red de Centros Escolares es otra de las cuentas pendientes. Según IU, desde Madrid y bajo el gobierno de Felipe González se hizo una distribución de red de centros escolares sin tener en cuenta la idiosincrasia de los niños y se creó en la Cámara una comisión para consensuar la red de centros que finalmente, tampoco sirvió de mucho. Tal vez por todo ello, las enemistades políticas entre Ibarra y Manolo Cañada, entonces coordinador regional de IU, eran evidentes en el Parlamento.

Todo ello, unido al apoyo que los socialistas han dado a la energía nuclear, la instalación de una cementera, una siderúrgica y ahora una refinería, hacen que IU sienta que no tiene cuentas pendientes con nadie y sí legitimidad para ahora postularse conforme a sus propios intereses. Porque si hay algo que IU no perdona al PSOE, es eso, "que nunca haya llevado a cabo políticas de izquierda".

Pero al igual que los electores ahora castigan al PSOE, entonces se lo cobraron a IU. En las siguientes elecciones, las de 1999, Ibarra obtuvo de nuevo la mayoría absoluta con 34 escaños y Cañada vio reducidos a tres los seis diputados del 95. El número se mantuvo en el 2003 mientras los socialistas escalaban posiciones y se colocaban ya con una mayoría holgada: 36 diputados. Y en el 2007, ya de la mano de Víctor Casco, IU desaparece del Parlamento.

Ahora sin embargo, renace de la mano de Pedro Escobar, que aunque no habla de pactos, irrumpe con tres escaños que guardan la llave de la Junta. El propio Escobar, Víctor Casco y Alejandro Nogales, testigo directo de los desencuentros del 95, serán quien los ocupen.