A las 11.45 de la mañana de ayer llegó a la explanada que da acceso al recinto monacal de Yuste el Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón, a bordo de un coche en cuya matrícula lucía el escudo de la Casa Real. Fue recibido con aplausos por las personas que le esperaban desde hacía más de media hora, mientras se escuchaba algún grito de ¡guapo! Su Alteza Real rompió el protocolo para saludar a quiénes estaban detrás de las vallas.

Entre estas últimas estaban los escolares de cuarto, quinto y sexto de Primaria del Colegio Público Jeromín, de Cuacos, y los de quinto (A y B) del colegio Ejido de Jaraíz de la Vera. Todos coincidieron en señalar que "es muy alto".

Los de Jaraíz apuntaron además que "es muy elegante", y así piensan reflejarlo en el trabajo que sobre el príncipe tendrán que hacer el próximo lunes en clase. Aunque una alumna estima que "se tenía que quitar la barba". De todas formas pequeños y mayores se mostraron muy contentos con la cercanía de Don Felipe, "que se ha hecho una foto con nosotros y nos ha dicho que cómo no hemos ido a clase", señaló un alumno, que además lamentó que "no haya venido la Princesa Letizia".

Por su parte un ciudadano que dijo llamarse Luis le regaló a Don Felipe una chapa con el anagrama de Extremadura. "He entregado otras similares al expresidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y a la ministra", dijo.

A continuación, el Príncipe de Asturias entró en la Basílica del Monasterio acompañado por el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, y por el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, entre otras personalidades. Precisamente la nómina de estas últimas fue extensa: la Ministra de Cultura, Angeles González-Sinde, el expresidente del Gobierno y Premio Europeo Carlos V 2000, Felipe González, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el expresidente de la República de Polonia, Aleksander Kwasniewski, entre otros.

La anécdota del solemne acto de entrega del Premio Europeo Carlos V al exministro y exalto representante de la política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, se produjo cuando al terminar este último su intervención y pasar por delante de la mesa presidencial no se dio cuenta de que el Príncipe se levantó para estrechar su mano, yendo directamente a ocupar el asiento que había dejado vacío para llevar a cabo su alocución.

Por último el Príncipe abandonó Yuste minutos antes de las dos y media de la tarde, regresando en automóvil a Cuacos, desde donde emprendió regreso a Madrid en helicóptero, tal y como había llegado.