´Paco, hay que seguir´, se dice a él mismo el día que la artrosis le ataca y así termina los 15 km que recorre al día por Cáceres. Después llega a la residencia Cervantes, donde vive, y se afana en su taller a hacer cestas de mimbre. "Aprendí hace 10 años y me encantó". Desde entonces nada le para y cuando lo hace va a clases, pese a que nunca pisó la escuela, hace sopas de letra y lee lo que pilla. "Hay que moverse".