Nació en Mombuey (Zamora), pero vive en Badajoz desde hace más de 30 años. E dad: 51 años.

"Como si me arañaran la espalda sin parar". Este es el dolor más leve que siente Juan Pedrero desde hace más de 15 años. Todos los días. Así, no es extraño que confiese que a veces ha pensado "en lo que nadie debe pensar", aunque también ha encontrado motivos para seguir. Sobre todo uno: "ayudar a otros a sentirse mejor".

--¿En qué consiste su dolencia?

--El mío es un caso raro, ya que empezó, hace ya más de 15 años, por una operación de rodilla (tras sufrir un accidente). En la intervención me pusieron la epidural y, a raíz de ahí, empezó el problema: una molestia lumbar, que acabó imposibilitándome. No me podía mover y me empezaron a hacer pruebas de todo tipo y, al final, un doctor madrileño me dijo que algo había, que me provocaba el dolor, pero que con los aparatos actuales no se podía detectar. Por ello, me diagnosticó un dolor de origen desconocido, que es lo que padezco, según la Seguridad Social.

--¿Qué efectos tiene?

--Me imposibilita para todo, ya que sufro continuos dolores y calambres. Ahora tengo un TENS, un aparato electrónico que suelta una descarga en la zona de la molestia y confunde al cerebro durante algún tiempo. Pero solo lo uso cuando el dolor es muy intenso, porque si no deja de hacerme efecto. El problema es ese, que al no conocerse la causa no pueden darme un remedio concreto.

--¿Se siente incomprendido?

--En muchas ocasiones, porque al no estar claro qué me pasa, muchos me llaman cuentista, hasta los mismos compañeros de trabajo. Yo siempre he intentado no faltar, pero basta que lo hagas para que te digan: "vaya, ya estás con el cuento". Y con los médicos es aún peor, ya que te mandan de especialista en especialista para nada.

--Además, es un problema que influye a nivel psicológico.

--Desde luego, la cuestión es que el problema del dolor perjudica tus relaciones familiares, laborales, con los médicos, con todos. Ya no tienes ganas de nada, la alegría se va, se estropea todo. Además, buscas una solución e intentas que la encuentren los que están para eso y como ves que te dan de lado, sientes que el abandono es total. Por eso, no es que tengas depresión, es que tienes ganas hasta de acabar. Llega un momento que piensas en lo que no deberías pensar.

--¿Cómo se encuentra ahora?

--Pues más o menos igual. Las últimas pruebas me las hicieron hace un año, me detectaron algo y me dieron cierta ilusión, porque pensé en operarme (aunque lo deteste), si había solución. Pero el neurocirujano me dijo que no estaba seguro y todo se quedó ahí, sigo con dolor de origen desconocido.

--¿Qué le anima a seguir?

--Sencillamente que he visto que aunque lo mío es serio, hay gente peor. Entonces, poder informarles, ayudarles y que se encuentren mejor me anima a seguir para adelante.

--Para eso se creó la asociación que preside.

--Sí, se creó con la ayuda del doctor Matías Midiero, que fue quien empezó con el tratamiento del dolor crónico en Badajoz y el que nos animó a asociarnos. Desafortunadamente, empezamos con la asociación hace unos siete años y dos después murió él, pero ahí seguimos y ya somos casi 150 asociados.

--En este tiempo, habrá visto muchos cambios en el ámbito del dolor crónico en la región.

--Sí, sobre todo por la aparición de las Unidades del Dolor, que era una de nuestras reivindicaciones. Creo que, ahora mismo, el 90 o 95% de los casos de dolor crónico aquí están correctamente tratados.