Han pasado poco más de ocho meses desde que el 12 de mayo José Luis Rodríguez Zapatero compareciera en el Congreso de los Diputados para anunciar el tijeretazo social, que colocó al Gobierno en la soledad más absoluta --ni un apoyo parlamentario y la popularidad por los suelos-- y desembocó en la huelga general de septiembre. El anuncio, ayer, del acuerdo sobre pensiones pone punto y final a esa agónica etapa y le da al Gobierno oxígeno para calmar a los mercados y tratar de recuperar la confianza de los ciudadanos.

De la huelga general al pacto social los socialistas han recorrido un largo y penoso camino que concluyen con éxito, gracias en buena medida a la implicación del presidente en la negociación con los agentes sociales. "Zapatero es el pecado original y es también el milagro", explicaba ayer a este diario uno de sus colaboradores, quien recordó que el desencuentro con los sindicatos comenzó con las reformas aprobadas por decreto --el ajuste fiscal y la del mercado de trabajo-- y explicó que ha sido el empeño del presidente el que ha ayudado a alcanzar el acuerdo.

De hecho, la negociación maratoniana que desde hace semanas mantenían con los agentes sociales el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, y, en ocasiones, los vicepresidentes Rubalcaba y Salgado, se desbloqueó en la medianoche del miércoles en una cena de Zapatero con los líderes de UGT, Cándido Méndez, y CCOO, Ignacio Fernández Toxo. No era la primera reunión a la que acudía el presidente, también se presentó sin avisar en la del lunes por la noche.

Zapatero, convencido de que deben ser aprobadas las reformas sociales a toda costa, sabe que la percepción ciudadana mejora si estas son pactadas y sabía del pánico de los barones del PSOE a otra huelga general, en vísperas de las elecciones municipales y autonómicas ya de por sí penosas. Por eso consideraba vital el acuerdo y por eso explicó a los líderes territoriales la inevitabilidad de las medidas anticrisis, al tiempo que les pidió su apoyo y les exigió silencio para no estropear con filtraciones el difícil tejido del pacto.

Ahora, los socialistas creen que este acuerdo --que se firmará el día 2 de febrero-- cambiará el clima político, entre otras razones porque forzará al PP a posicionarse sobre el apoyo a la reforma en el Parlamento. En el Gobierno hay entusiasmo y dicen que el acuerdo se considerará como una reedición de los Pactos de la Moncloa. Y que esto, sumado a la estabilidad parlamentaria lograda con PNV y CC, y reforzada ahora con CiU, hará que España pase con notable el examen de los mercados y de la cancillera Merkel, que visitará Madrid el próximo jueves.