Indefectiblemente, no podemos aislar nuestra realidad, de todo aquello que el cerebro interpreta a través de los sentidos.

Por eso, la percepción vital de la belleza, estará basada, en la delicadeza con la que seamos capaces de filtrar todo ese torrente de información que entra a través de nuestros órganos sensoriales.

Extiendan sus tentáculos, y no pierdan ni un solo momento, para discernir tanta maravilla que nos rodea; que, aunque a veces nos electriza, no sabemos cómo medir su intensidad.