Godzilla, el lagarto mutante surgido de la tragedia atómica de Hiroshima y Nagasaki, volvía hace unos meses con su estreno a su medio natural, el cine japonés, del que posiblemente no habría tenido que salir a tenor de los bajos niveles de interés de las dos grandes producciones estadounidense sobre el tema, ‘Godzilla’ (1998) de Roland Emmerich, y ‘Godzilla’ (2014), dirigida por Gareth Edwards. 

¿Qué sabrán en Hollywood de una criatura que nace del terror nuclear en el país que sufrió el martirio de dos bombas atómicas, cuyo lanzamiento fue ordenado por el presidente Harry S. Truman y jaleado, sin duda, por los gerifaltes hollywoodienses de 1945? Como mucho indagaron el año pasado, a través de Christopher Nolan, en la personalidad ambigua de uno de los arquitectos de la bomba, Robert Oppenheimer.

El cine japonés nunca ha abandonado a su criatura mítica, su icono del cine fantástico popular de los años 50 y 60. De 2016 es la anterior película sobre el tema, ‘Shin Godzilla’, cuya historia estaba ambientada en el Tokio actual. Por el contrario, la acción de esta nueva producción nipona, ‘Godzilla minus one’, que llega este viernes a las pantallas españolas, se desarrolla desde finales de la segunda guerra mundial hasta 1947. Es el Japón neorrealista de la posguerra, una causa-efecto inmediata: la primera aparición de Godzilla en el filme se produce en la isla de Odo, en los coletazos de la contienda, y tras desaparecer durante un tiempo resurge, ahora en forma radiactiva, tras la primera prueba nuclear en el atolón de Bikini, el 1 de julio de 1946.

Tendría guasa si fuera una comedia, pero no lo es. Godzilla nació en 1954 como representación del terror atómico sufrido por los japoneses, y en esta nueva ficción se convierte en un monstruo mutante y radiactivo por culpa de las pruebas que los norteamericanos siguieron haciendo una vez concluida la guerra, en su enconada rivalidad con la antigua Unión Soviética. Entre líneas, este nuevo Godzilla japonés resulta bastante político y, además, pone en entredicho los antiguos códigos de honor y valentía de los pilotos kamikazes, otro de los temas del filme: su protagonista masculino fracasó como kamikaze y ahora quiere redimirse luchando contra el monstruo.

Aunque no deje bien –de pasada– a los norteamericanos, ‘Godzilla minus one’ ha sido un éxito instantáneo en Estados Unidos. La película ha costado 14 millones de euros y lleva ganados hasta el momento en el mundo entero 48 millones. Se estrenó en Japón el 3 de noviembre y en Estados Unidos –donde ha recaudado la mitad de esos 48 millones– y parte de Europa el 1 de diciembre. Su director, Takashi Yamazaki, es desconocido fuera del ámbito japonés –ha realizado filmes de las series ‘Doraemon’ y ‘Lupin III’– y el filme tampoco cuenta con estrellas en su reparto: Godzilla, aquí animado digitalmente de manera muy física, cuando vemos su espalda llena de púas o cuando lo presenciamos erguido en toda su magnitud, es el máximo reclamo.

El filme fundacional, ‘Godzilla. Japón bajo el terror del monstruo’, fue realizado en 1954 por Ishiro Honda, quien se convertiría en el mejor representante de esta franquicia con algunos títulos centrados en la colisión entre colosos, tipo ‘King Kong contra Godzilla’ (1963), ‘Godzilla contra los monstruos’ (1964) y ‘La isla de los monstruos’ (1969). El otro cultivador del género sería Jun Fukuda, con películas de argumento y títulos más delirantes: ‘Galien, el monstruo de las galaxias ataca la Tierra’ (1972) o ‘Godzilla contra Cibergodzilla’ (1974).

Del primer filme de Honda, que ha influido a ‘Godzilla minus one’, existe un montaje para el público estadounidense, ‘Godzilla, King of the monsters’ (1956), acreditado a Honda y Terry O. Morse. Pero es un montaje adulterado, ya que se eliminaron todas las referencias contrarias a la bomba atómica y se rodaron nuevas escenas protagonizadas por un periodista norteamericano que presencia los acontecimientos. El personaje lo interpretó un Raymond Burr a punto de convertirse en el Perry Mason televisivo.

Algunos aspectos de esta revisión clásica de Godzilla coinciden con un manga de reciente publicación en nuestro país, ‘Asa Asadora’, de Naoki Urasawa, autor de los excelentes ‘Monster’ y ’21st century boys’. Los monstruos surgidos del pánico atómico siguen estando vigentes en la cultura japonesa.