Navezuelas, enclavada en plena comarca de Las Villuercas, suele tener más movimiento en verano, cuando sus censados 700 habitantes se multiplican. Sin embargo, sí que no vive todos los días una jornada tan emocionante como la de este sábado, cuando vivió como propia la medalla de plata olímpica en Tokio de Adriana Cerezo, nieta de emigrantes extremeños. Conserva en la localidad muchos familiares, entre ellos su abuelo, el conocido como ‘tío José Quintín’, y amigos de la infancia con los que ha pasado los veranos. Pese a su fama de responsable, ha disfrutado al máximo de las tradicionales fiestas.

No es una cuestión de oportunismo, de subirse al carro. Navezuelas ya lo vio venir hace 20 días, cuando impulsó la idea de instalar una pantalla gigante en su pabellón municipal para seguir la aventura olímpica de la chica. La buena relación entre el alcalde, Carlos Javier Ríos Peromingo (PP), y David, el padre de la chica, acabó por dar forma a una idea aparentemente osada. «David me dijo que, cuando llevó a su hija al aeropuerto, ella se despidió diciéndole que iba a por el oro», cuenta Ríos.

Así es que la noche japonesa de Navazuelas dio para mucho: desde las cinco de la mañana, cuando disputó el primer combate Cerezo, hasta casi las 15.00 horas, con la inevitable tristeza general que supuso quedarse tan cerca del oro, aquello fue un hervidero de entradas, salidas y, sobre todo, muchas emociones.

Adriana Cerezo, con Navezuelas detrás.

«Ha sido un día intenso y espectacular. Estamos muy felices. Nosotros ya estábamos satisfechos de que fuese con solo 17 años a unos Juegos Olímpicos, pero esto ya ha sido sensacional. Ha habido muchos sentimientos por el medio porque es una chica a la que se la quiere mucho en el pueblo», cuenta el alcalde.

Pabellón y homenaje

La fiesta no acaba todavía. A Adriana se la espera cuando su agenda de competiciones se lo permita para un acto que para ella se supone que será muy especial: el consistorio propondrá («y no habrá problemas», piensa el edil) que el pabellón donde ella ha practicado distintos deportes en los veranos, el de la pantalla gigante, tome su nombre. Un honor gigantesco para alguien de su edad, pero no desmesurado teniendo en cuenta lo que ya ha conseguido y lo que probablemente está todavía por llegar.

«Cuando pueda venir, la esperamos. Es alguien especial». El alcalde resume el sentir del pueblo, donde todos rebuscan en la memoria alguna anécdota relacionada con una chica la que han visto crecer de año en año y que ayer nació como estrella.