Qué región la nuestra. Hay una posibilidad de instalar una fábrica de cátodos, un componente imprescindible para la fabricación de baterías, y todos los alcaldes gritan a la vez: aquí, aquí, aquí. Como si la iniciativa privada no pudiera hacer lo que le viniera en gana en razón de sus necesidades y su cuenta de resultados. Estamos tan acostumbrados a que ‘mamá Junta’ lleve la voz cantante en tantas cosas, que pensamos que las decisiones de poner o quitar industrias depende de ella. Hasta el alcalde de Plasencia, sin que su partido haya dado demasiadas palmas al proyecto, se ha apresurado a reclamar la fábrica para sí por el mero hecho de que su término municipal linde con el de Cañaveral, municipio donde está la mina de la que se pretende extraer el litio necesario para la fábrica de celdas de Badajoz. Que digo yo que, por este mismo razonamiento, antes estará Cañaveral que Plasencia, pero que por pedir que no sea, que estamos tan necesitados de empleo que una fábrica con 300 puestos de trabajo suena a gloria bendita.

El proyecto presentado esta semana por parte de Phi4Tech ha sido un cierto revulsivo en la región, sobre todo porque por una vez en mucho tiempo algo le ha robado el protagonismo a los datos y la gestión de la pandemia de coronavirus. La iniciativa -totalmente privada y conviene constatarlo así- suena bien porque tiene mucho que ver con los tiempos que corren de energía renovable, supone dejar buena parte del valor añadido de los minerales obtenidos en Extremadura y lleva implícito la creación de más de mil puestos de trabajo. Encima, el litio que se pretende obtener para llevarlo a término pertenece a la futura mina de Las Navas, en Cañaveral, lo que aleja el ruido abierto en el caso de Valdeflores, en Cáceres, cuyo proyecto parece estancarse a tenor de la contestación social generada y el grado de oposición manifestado por las autoridades locales.

Que un alcalde como Luis Salaya, de bajo perfil populista, haya relacionado su futuro político como regidor a la no explotación de esta mina denota, por un lado, el grado de seguridad que tiene con que este proyecto no se va a llevar a cabo, pero por el otro, supone una captación de votos de primer nivel. Tener un alcalde que se rebela ante su partido y ante los intereses nacionales y europeos si de lo que se trata es de salvaguardar en teoría el deseo de sus conciudadanos gusta mucho y gana adeptos. Salaya se está asentando como lo haría cualquier político que tuviera la oportunidad de gobernar, pero con este tipo de gestos se apuntala en el cargo porque conecta más con la ciudadanía que con sus votantes.

El proyecto del litio de Phi4Tech va a seguir latente en los próximos meses, y no tiene pinta de ser uno de esos cuentos maravillosos que vienen de Oriente como la azucarera de Mérida o el súper parque de ocio de Caltilblanco, proyectos éstos que no han muerto, como dicen desde la Junta una y otra vez, pero no acaban de arrancar.

Esta vez es sabido que el litio es el futuro y que sin las baterías hechas con este material no se va a desarrollar la industria automovilística en España y en Europa. Todo sea que los cauces emprendidos acaben en buen fin y que lo que nos han avanzado, que lleva detrás un arduo trabajo de años de investigación y desarrollo, pueda ver la luz en un corto periodo de tiempo. No sé si se abre un nuevo tiempo en la región, como se ha apresurado a decir Fernández Vara, pero que se trata de algo distinto por cuanto que no lleva aparejado ni especulación urbanística ni búsqueda fácil de subvenciones, ya les digo yo que sí.

¿Será verdad que, por fin, ha llegado una oportunidad para esta región tan necesitada de industria y empleo? Veremos.