Como cuando éramos jóvenes y deshojábamos una margarita diciendo aquello de “me quiere, no me quiere”, lo que está sucediendo con la administración de la vacuna de AstraZeneca, el ahora sí se vacuna, ahora se paraliza la vacunación, ahora para una franja de edad, ahora para otra y con cambios de decisiones prácticamente diarios es de un bochorno que da vergüenza ajena.

Por mucho que insistan ahora los dirigentes de Europa, España, el consejero de Sanidad, e incluso científicos, médicos, inmunólogos o investigadores sobre los beneficios de esta vacuna y que estos superan a los riesgos, o que hay otros medicamentos con los mismos o mayores efectos secundarios y los tomamos tranquilamente, el daño ya está hecho.

La confianza en esta vacuna está por los suelos, la mala se la llama ya y con razón con tanto vaivén de decisiones y la culpa en este caso, no es de la población, sino de quienes tienen el poder de decidir sobre algo tan importante como nuestras vidas. Así es como se siente el ciudadano, como un muñeco de trapo a manos de los políticos.

El que se ha puesto o se tiene que poner la vacuna de Pfizer o Moderna respira tranquilo, pero al que le toca AstraZeneca, no y eso ya no va a cambiar por muchas alabanzas que se hagan. Además, el hecho de que, día a día, sigan cambiando las determinaciones sobre esta vacunación no contribuye sino a agravarlo.

Pero lo que es peor, puede hacer que personas que tenían claro que hay que vacunarse para acabar con este virus, ahora se lo estén pensando o hayan decidido no hacerlo. Es lo que comentaban en las colas las personas de más de 60 años que esta semana se iban a vacunar, justo el mismo día en que Castilla y León suspendía la vacunación. ¿Y qué pasa ahora con la segunda dosis? Antes era necesaria, ahora también, ahora no… Veremos.

Así, la realidad es que nadie quiere ya que le toque la vacuna de AstraZeneca y, si finalmente le toca y se vacuna, lo hará con miedo y preocupación a sus efectos secundarios. Es lamentable que se haya llegado a esta situación, que pone de manifiesto de nuevo la improvisación en un proceso completamente nuevo, sí, pero que requiere de prudencia a la hora de tomar decisiones y es mejor no iniciar un proceso o pararlo y no volver a retomarlo hasta que se tengan claras las consecuencias. Este es un asunto muy serio y lo han convertido en un chiste malo.