Hemos pasado la semana santa-año 2 en tiempo de pandemia, no ha sido como la del año pasado, ni mucho menos, hemos salido, hemos podido pasear, hemos podido viajar, hemos podido tomar algo en bares y restaurantes y hemos podido celebrar los oficios religiosos, guardando todas las medidas de seguridad.

No enumero lo que no se ha podido hacer, porque ya la vista está puesta en la de 2022 y en ella seguro que haremos lo que nos ha faltado en este.

Y el día siguiente al domingo de resurrección comenzaban las romerías, fiestas con una tradición popular increíble en muchos sitios y más en los pueblos de nuestra tierra.

En este segundo lunes de pascua, se me vienen a la mente multitud de imágenes de la infancia, cuando desde antes de salir el sol ya se oían por las calles empedradas de mi pueblo (Villa del Campo) los ruidos de las ruedas de los carros y de los cascos de los mulos saliendo hacia la ermita, para recorrer los cinco kilómetros que nos separaban de ella, allí esperaba la imagen de la virgen correspondiente. 

Esta peregrinación (si el tiempo acompañaba) era y es increíble, viaje en medio de jaras y margaritas que daban color y relajaban el espíritu. Después de tener los actos religiosos correspondientes, con el acompañamiento del tamborilero y con los cantos populares de siempre, se realizaba la ‘echada de bandera’ hasta que de tanto hacerlo se rompía el ‘palo’ que la sujetaba. 

Si se consulta el famoso interrogatorio del Marqués de la Ensenada, ya desde 1749 se tienen noticias de lo que se hacía este día, entre otras cosas, sabemos lo que el ayuntamiento pagaba en vino y viandas para todo el pueblo. Sin ser muy exigente, casi lo mismo que se hace ahora, más de doscientos cincuenta años después.

  Comidas a la sombra de las encinas con manjares abundantes y regados con el ‘pitarra’ de turno. Encima de una buena ‘manta de tiras’ se colocaba lo que la familia había preparado, todo el que pasaba por allí tenía la obligación de probar: chorizo, lomo, jamón, ‘la ensalá’, el cabrito y los dulces…y por supuesto, el vino (las consecuencias del consumo abundantes de este licor, fueron y son también evidentes). 

Jornada inolvidable, que no se repetiría hasta el año siguiente, pero que todos esperábamos con ilusión. ¡Feliz Pascua!

*Párroco de San Blas