Mañana 23 de Abril celebramos el Día Internacional del Libro, y aunque pareciera una efeméride más, para muchos no será igual. Siempre han estado ahí, el valor de la lectura es incalculable, pero cuando los libros son tu única compañía, tu único viaje posible en este y a otros mundos, tu último refugio, créanme, un libro puede convertirse en tu mejor amigo. Sí, como habrán imaginado me estoy refiriendo de manera general a los meses, que parecieron años, de confinamiento.

Aquellos que ya tenían afición por la lectura la potenciaron, incluso releyeron muchos de sus libros, los principiantes se aficionaron y los incrédulos creyeron. Porque leer es conocer, sentir, amar, llorar, odiar o reír, sentimientos y vivencias de toda índole, y cuando falta el contacto humano, las relaciones sociales, la compañía de amigos, conocidos e interactuar en mundo eminentemente social, el alma se entristece y la ausencia diaria  de contacto nos priva de muchos de esos sentimientos que la lectura recupera.

El Día Internacional del Libro, no sólo tiene como objetivo fomentar la lectura, también reconocer la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor y no es para menos, sin ellos, tanto editoriales que editan las obras como los autores que crean unos, o plasman otros, todos estos conocimientos y sentimientos, nuestra vida habría sido mucho más difícil y el avance de nuestra civilización, si no imposible, bastante más lenta.

Pinturas representativas y símbolos fueron nuestros primeros libros de piedra y madera, incluso nuestro propio cuerpo, los tatuajes, convertidos en libros con movimiento. De ahí a las tablas de arcilla y su escritura cuneiforme, el pergamino, el volumen, el códice, el papel, la imprenta ola primera digamos industria editorial conocida allá por el 700 a.C en Asiria o los primeros puntos de venta griegos. De los caracteres móviles a Gutenberg, de los incunables a los derechos de autor de Diderot. Hoy tenemos libros digitales y audibles, internet y plataformas, librerías virtuales y publicaciones autoeditables. Incluso tenemos nuevas tendencias pedagógicas que quieren eliminar de nuestro sistema educativo los libros físicos por las pantallas digitales.

Todo evoluciona y para nada estoy en contra de la revolución digital, pero en mi modesta opinión, prefiero un buen libro, de esos de hojas que hay que pasar con dos dedos que me recuerden la historia que hay atrás, que valore el trabajo del autor o autores y que permita a la editorial seguir editando libros. También compraré el Periódico de Extremadura, pequeños libros diarios, por los mismos motivos. Feliz Día del Libro.