Llevados por la inercia, solemos analizar más lo más expuesto a los medios de comunicación de masas, pero la verdad se encuentra también en rincones donde los focos no llegan tanto. Nos acercamos hoy a dos personalidades españolas que representan bien la continuidad sociológica del franquismo, la importancia de los lazos familiares y la forma en que las élites se autoperpetúan como clase. 

Eduardo González-Gallarza Iragorri (1898-1986) y Eduardo González Gallarza Morales (n. 1939) fueron militares por larga tradición familiar. Iragorri se alistó en la Academia de Infantería de Toledo en 1913, con quince años y, tras participar en las campañas de Marruecos (1921-1924), a los veintiséis años ya era capitán y tenía la Laureada de San Fernando. La mayor parte de su ascensión tuvo lugar durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera apoyada por el Borbón Alfonso XIII. De hecho, fue nombrado ayudante del monarca en 1928, y fue uno de sus acompañantes en el exilio tras la II República. 

Cuando se produjo el golpe de Estado de Francisco Franco se encontraba en Madrid y, alineado con el bando nacional desde el primer momento, buscó protección por parte del gobierno de Polonia. Tras la victoria franquista fue nombrado jefe del Estado Mayor y, después de rápidos y constantes ascensos, se convirtió en Ministro del Aire el 18/07/1945, cargo en el que permaneció hasta el 25/02/1957. En 1961 fue designado procurador en Cortes por Logroño y Consejero Electivo de Estado en 1967 y 1970. 

Eduardo González-Gallarza Iragorri fue uno de los 35 imputados por la Audiencia Nacional en el sumario instruido por el juez Baltasar Garzón el 16/10/2008, por los delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad, cometidos durante la Guerra Civil española y en los primeros años del régimen franquista. Su presunta responsabilidad fue declarada extinta por fallecimiento.

Eduardo González-Gallarza Morales, hijo del anterior, fue educado en el célebre «Colegio del Pilar», donde estudiaron algunos de los que luego serían protagonistas de la Transición y la primera democracia, como Luis María Ansón, José María Aznar, Alfredo Pérez Rubalcaba o Juan Luis Cebrián. 

A los quince años, como su padre, comenzó la carrera militar, y durante los años noventa fue reconocido por las Grandes Cruces del Mérito Militar, del Mérito Aeronáutico, de San Hermenegildo y del Mérito Naval. Fue nombrado Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire el 20/04/2001 por el Ministro de Defensa, Federico Trillo, durante el segundo gobierno de José María Aznar.

Desempeñaba ese cargo el 26/05/2003, cuando el Yakovlev Yak-42 se estrelló en el monte Pilav, cerca del aeropuerto turco de Trebisonda, y murieron 62 militares españoles. Una de sus primeras decisiones (04/06/2003) fue prohibir «las declaraciones, por personal de este ejército no expresamente autorizado» en torno al accidente. Un año después se supo que los responsables militares no habían asegurado la correcta identificación de los cadáveres, y en abril de 2004 el ministro de Defensa, José Bono, cesó a la cúpula militar, incluyendo a González-Gallarza, para preservarles del escándalo antes de la confirmación por ADN. 

González-Gallarza Morales fue denunciado por prevaricación en 2005, con motivo de la reordenación del escalafón de la 41ª promoción, en la que los hijos de los generales participantes quedaron en los puestos 19º y 20º tras escalar del 44º al 19º y del 53º al 20º. En mayo de 2015, como presidente de la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil, publicó en su revista oficial, «Tierra, Mar, Aire», un editorial solicitando la ilegalización de Podemos y asegurando que le parecía «delirante tanta consulta electoral». El 31 de julio de 2018 se publicó un manifiesto en la revista de la Asociación de Militares Españoles como «declaración de respeto y desagravio al general Francisco Franco Bahamonde. ‘Soldado de España’» uno de cuyos primeros firmantes fue Eduardo González Gallarza.

Como patrono de la Fundación Tajamar, en la órbita del Opus Dei, González-Gallarza hijo compartirá la idea que anima esta serie de artículos, y que coincide con el lema de su colegio, Nuestra Señora del Pilar: «La verdad os hará libres».

* Licenciado en Ciencias de la Información