Clínica Guadiana. Ese es el letrero de la puerta del centro sanitario que leen muchas de las mujeres extremeñas que deciden abortar en nuestra región. Llegan allí en muchas ocasiones solas, asustadas y, lamentablemente aún, debido a la presión social, con un gran sentimiento de culpabilidad. No es fácil para una mujer tomar una decisión como la de abortar. 

El aborto sigue siendo un tema tabú, incómodo, y habitualmente silenciado. Más de 1.000 mujeres interrumpieron su embarazo voluntariamente el pasado año en Extremadura. Antes de llegar a ese centro sanitario, el único acreditado en la región, las mujeres han tenido que pasar por un centro de planificación familiar, han tenido que volverse a casa “a reflexionar” durante otros tres días, y han tenido que volver de nuevo a ese centro de planificación familiar para que finalmente les deriven a una clínica privada. 

El proceso se hace muy largo y muy engorroso. Cuando una mujer decide abortar no necesita volver a reflexionar. Tiene la decisión bien tomada, y les aseguro que no ha sido nada fácil. Lo que necesita la mujer que quiere interrumpir voluntariamente su embarazo es a profesionales que la asesoren, que la atiendan, le acompañen y le apoyen psicológicamente. Porque un aborto, sea voluntario o espontáneo, siempre genera secuelas psicológicas. Es un proceso similar al del duelo, que además en el caso de la interrupción voluntaria del embarazo, hay que añadirle ese sentimiento de culpabilidad. 

Los datos reflejan además que cada vez las mujeres que cruzan el umbral de la clínica para abortar son más jóvenes. La falta de educación sexual está generando embarazos no deseados en una población muy joven. Por eso, es importantísimo que ofrezca en los centros educativos formación relativa a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y niñas.

Pero en Extremadura hay más trabas a las que se enfrentan las mujeres que deciden abortar. Otra de ellas es la distancia. Las mujeres se tienen que trasladar de provincia, e incluso de comunidad autónoma, para poder abortar. En la región el único centro acreditado para practicar abortos es la Clínica Guadiana, en Badajoz. El resto se encuentran en Sevilla, Salamanca o Madrid. Esto quiere decir que una mujer no solo se tiene que enfrentar a todo el duro proceso de abortar, sino que además tiene que recorrer grandes distancias para poder hacerlo. Y como es todavía un tema tabú, pues la mayoría de las veces lo hacen solas, utilizando excusas dentro de su círculo social, laboral y familiar que justifiquen un viaje tan largo. 

El aborto desde 2010 es supuestamente gratuito en España, pero no del todo. Las mujeres tiene que costearse ese gran desplazamiento. Y aquellas que no tengan medios para ello, tienen un problema añadido más al que hacerle frente en un momento tan duro y complicado. Esto se solucionaría si los centros sanitarios públicos practicaran abortos. Si se contara con profesionales formados y si no se penalizara a aquellos que no se acogen la objeción de conciencia. 

Nos queda mucho todavía por avanzar en la región para garantizar el derecho al aborto. No basta solo con que sea gratuito. Hay que aligerar el proceso por el que pasan las mujeres. Hay que mejorar la atención que reciben. Hay que acompañarlas en su decisión sin que se sientan juzgadas. Y sobre todo, hay que garantizar que los centros públicos realizan este tipo de procedimientos. Entonces, solo entonces, podremos hablar del aborto como un derecho.

*Diputada de Unidas por Extremadura.