Siempre he sentido una gran dosis de frustración cuando oigo a alguien hablar en un idioma del que no entiendo ni jota, sobre todo si el idioma en que habla forma parte de los idiomas que se hablan en mi propio país. Y me refiero al catalán, al gallego, al vasco y al castellano. Debo reconocer que con el castellano no tengo problemas porque fue la lengua que hablábamos siempre en casa desde chicos, alternándolo con un poco de castúo que me presto, desde siempre, mi pueblo natal. 

En cuanto al catalán, gracias a unos años que pase en Cataluña, en un colegio de Begas, soy capaz de chapurrear alguna canción y, si presto atención y el emisor es un poco complaciente conmigo y me habla despacio, pocas cosas se me pierden sin entender. En lo que se refiere al gallego, casi no me preocupa porque, si no te sumerges en las profundidades de la Galicia profunda, te puedes manejar bastante bien. De hecho, con esa manía que han implementado los políticos modernos de tener que utilizar traductores simultáneos cuando hablan ante los micrófonos, utilizando sus idiomas regionales, muchas veces, en el caso del gallego, no sé si el político está hablando en gallego y le traducen en español o habla en español y lo están traduciendo al gallego. Es bastante curioso.

Otra cosa muy diferente es cuando se trata del idioma vasco. Nadie sabe exactamente de dónde proviene una lengua, que forma parte de las lenguas de España y que se parezca tan poco al castellano. Recuerdo, no con poca tristeza, hace ya bastantes años, cuando trabajé de Lector en la University College Galway, en Irlanda, que, en el momento en que el Jefe de Departamento de irlandés supo que un español había llegado a la Universidad te llamaba para interesarse por el Euskera. Desgraciadamente yo no tenía ni idea de una lengua que se hablaba en mi país y así se lo tuve que reconocer al Catedrático. Él investigaba si había alguna relación entre el idioma vasco y el irlandés, por su origen celta. Y hoy mismo sigue siendo ese origen un misterio. 

Según el filólogo Jaime Martín Martín, de la Universidad Complutense de Madrid, tras una docena de años de investigación, concluyó que el Euskera, considerado como el idioma más antiguo de Europa, proviene del país africano de Mali. Sea como fuere, después de oír el otro día a Arnaldo Otegui hablar en vasco, apenas si entendí dos palabras de lo que dijo, que fueron «Hostia» y «Patada en el hormiguero». En estos casos, para entender al que habla, es preferible fijarse en la expresión de su cara y sus gestos, e intentar descifrar lo que verdaderamente quiere decir.

 Es lo que se llama la Comunicación No Verbal, es decir, lo que se comunica con la expresión y los gestos y no con las palabras. Y atendiendo a ella, me parecía que hablaba en vasco cuando decía eso de «sentimos su sufrimiento y nos comprometemos a tratar de mitigarlo» refiriéndose a las víctimas que ETA había causado a lo largo de su sangrienta historia.

Y creí que hablaba en euskera porque no entendía que apareciera en televisión echándose unas risas con el acompañante, antes de acercarse al micrófono, para emitir tan importante mensaje pidiendo perdón por un daño tan irreparable. Atendiendo a la comunicación no verbal, al contemplar su rictus de cachondeo, me parecía más un concejal de un pueblo anunciando dos días más de verbena en las fiestas del pueblo que alguien verdaderamente arrepentido pidiendo perdón por sus horrendos crímenes cometidos. Es lo que tiene la Comunicación verbal, que hables en el idioma que hables, y envíes el mensaje que envíes, la cara de Otegui anunciaba a voces sus pocas ganas de pedir perdón.

*Ex director del IES Ágora de Cáceres