Quienes no hayan visto la serie coreana de moda en una plataforma de televisión no tendrán ni idea de qué relación pueden tener los juegos con los calamares. Como le ha pasado seguro a muchos niños que ni la han visto, ni la van a ver y la han conocido gracias a una prohibición, la que muchos colegios han dictado de cara a Halloween, nada de disfrazarse de los personajes de El juego del calamar.

¿Y ese qué disfraz es para tener que prohibirlo? Pues un mono, una careta, unos guantes y una ametralladora. Les sonará al atuendo de otra serie, española, La casa de papel, un disfraz que fue un boom y que sí se permitió utilizar en los colegios. Los de la serie coreana son unos asesinos y los de la española, delincuentes. La diferencia, por tanto, no está en el disfraz sino en lo que hay más allá. 

Pero estamos en Halloween y lo lógico es disfrazarse de este tipo de personajes:: Freddy Krueger, de Pesadilla en Elm Street, el asesino de Scary Movie, la niña de la curva, Harley Queen, zombies...

Lo que ha sucedido con el disfraz de la serie coreana es que ha tocado una fibra sensible, la de unir los juegos tradicionales de la infancia, como El escondite inglés o tirar de la cuerda, con el asesinato y además, parece ser que en muchos colegios, niños y adolescentes han empezado a jugar imitando la serie.

Vamos a ver, una cosa es la labor educativa que deben realizar los padres ajustando a la edad de sus hijos lo que pueden o no ver en televisión. Esta serie es para mayores de 16 años, con lo que lo lógico es que no la vean, pero otra cosa es qué disfraz elegir para Halloween.

Con la prohibición se da por sentado que los niños disfrazados de esta serie van a promover los asesinatos o a tergiversar el sentido de los juegos, como si los que juegan a policías y ladrones pensaran ser futuro ladrones o jugar a mato o a vivos y muertos fuera a despertar en ellos un instinto asesino. Jugar es jugar y la vida real es otra cosa.

Creo que se le está dando a un disfraz más importancia de la que tiene y creando un problema donde no lo había, ni con La casa de papel, ni con Krueger y compañía, que, personalmente, me dan a mí más miedo que uno disfrazado con mono y careta. Además, todo lo que se prohíbe atrae más la atención y puede generar el efecto contrario, el de curiosidad por la serie. Dejemos a los niños interpretar por un día el papel que quieran porque Halloween también es un juego.

*Periodista