Apropósito de Juan XXIII, el papa, me viene a la memoria su primera carta encíclica, en castellano «Madre y maestra», en latín, que suena mucho más docto y sentencioso, «Mater et Magistra». Resumiendo, Juan XXIII venía a decir, entre otras cosas, que lo justo y equitativo por parte de los políticos era acometer actuaciones para que las desigualdades entre zonas económicamente más desarrolladas y menos desarrolladas fueran eliminadas o lo menos gravosa posible y para ello había que asegurar en las zonas menos desarrolladas unos servicios públicos de calidad. La encíclica, además, es una defensa hacia los más desfavorecidos, la clase obrera y la necesidad social que obliga a invertir precisamente allí donde se necesita, no al revés.

"La escuela pública no debe ser cifras, porque en educación nunca se gasta, se invierte"

Resulta cuanto menos curioso que haya sido precisamente el CEIP Juan XXIII, el colegio que lleva su nombre, el elegido para hacer la política contraria a la que defendía, que aunque alguno mezcle churras con merinas, nada tiene que ver la Iglesia con la defensa con la justicia y equidad social, de hecho bien podría ser el argumentarlo de algún partido político actual, nada católico.

Y sí, sorpresivamente y bajo mi modesta opinión, con la triste sensación de tirar la toalla con la escuela pública, y precisamente con la más necesitada, la Secretaría General de Educación ha anunciado el próximo cierre del colegio Juan XXIII, ubicado en un barrio socialmente necesitado, en los extrarradios de Mérida. Puedo comprender las cifras, es evidente que dos alumnos en cuatro cursos no es un panorama nada halagüeño, pero la escuela pública no deben ser cifras, porque en educación nunca se gasta, se invierte, y como ejemplo voy a poner un caso donde el empeño, la inversión y el mimo para con la escuela pública demostró todo lo contrario a lo que estamos viviendo en Mérida.

Empezó llamándose colegio de la Dehesa de los Caballos, pareja situación que el emeritense, luego fue la Hispanidad y ahora es el famoso CEIP Alba Plata, uno de los centros públicos más demandados de Cáceres.

Y no, no sirven los razonamientos de absentismo escolar, para eso hay planes de actuación, protocolos y seguimiento, que no dependen directamente del centro. Tampoco sirve el número de repetidores, un centro público no se abre ni se cierra según los resultados académicos, según los resultados se debe invertir más o menos, en este caso imagino se habrá optado por lo más sencillo y rentable, no invertir. Y por último, la igualdad de oportunidades, el razonamiento más desconcertante de todos. 

Oiga, el fin último de la escuela pública es llegar donde más se necesita, no al revés, trasladar a los alumnos fuera de su realidad y contexto no es la solución, incluso pudiera acarrear el efecto contrario. 

Es como admitir que la escuela pública necesita de alumnos no repetidores, cambiar de barrio, o no ser deficitaria, lo que se le suele achacar a la escuela concertada, para que nos entendamos. 

En fin, si Juan XXIII levantara la cabeza, aunque para ello, preferiblemente, no habría que decapitarlo.