El Periódico Extremadura

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Raquel Rodríguez Muñoz

Desde el norte

Raquel Rodríguez Muñoz

Educación sexual y puteros

La propuesta del PSOE de modificar el Código Penal para castigar el proxenetismo y a los consumidores de prostitución, y digo consumidores porque parece que fueran al supermercado a elegir con qué producto se quedan, ha abierto un nuevo debate sobre la medida más efectiva para terminar con esta práctica que denigra a las mujeres. Hay expertos a favor de la multa para terminar con la demanda y otros en contra, pero en lo que ambos coinciden es en la necesidad de promover la educación sexual desde la infancia.

Porque con una educación sexual sana, los niños que después serán adolescentes y más tarde adultos, verían la prostitución con otros ojos y quizás la mayoría empatizaría con las mujeres y no pensaría en consumirlas. Quizás así se cumpliría eso de que, sin demanda, no hay oferta, que es al final lo que persigue el planteamiento socialista, aunque con diferente enfoque.

Pero la idea de llevar la educación sexual a los centros educativos y no ya a los institutos sino a los colegios, al alumnado de Primaria, suscitaría no pocas discusiones y críticas. Empezando por aquellos con la mente sucia que pensarían que a los niños les iban a enseñar, no lo que es una sexualidad sana, adaptada a cada edad, sino lo que es practicar sexo desde pequeños. No se olviden de aquella campaña del Póntelo, pónselo.

Pero no se trata de eso, se trata de orientar y educar desde niños para que sepan diferenciar entre el sexo sano y la prostitución. Porque, si no se actúa, no la conocerán por una charla con sus progenitores, sino buceando en internet o en las redes sociales, sin ningún filtro y nadie que les explique lo que ven.

Una educación sexual desde la infancia contribuiría a que no hubiera despedidas de soltero en prostíbulos o manadas violando a mujeres, por ejemplo. Los progenitores no tienen en la mayoría de los casos ni tiempo ni capacidad para hablar de sexo con sus hijos o simplemente estos no quieren que sean sus padres quienes lo hagan.

Por eso la escuela vuelve a ser el mejor recurso y con niños, jóvenes y adultos que respetaran a las mujeres, no habría consumo de prostitución y, por tanto, ni puteros ni proxenetas, pero tampoco mercado negro, como puede surgir con las multas. Este es un trabajo a largo plazo, pero habría que iniciarlo ya como una medida tanto o más eficaz que la de aumentar las sanciones. 

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