El Periódico Extremadura

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Aracely R. Robustillo

Macondo en el retrovisor

Aracely R. Robustillo

Periodista

La redención de los cornudos

El mayor descubrimiento del caso de Santi Millán ha sido su maravillosa mujer, Rosa Olucha

Siempre he sido más de personajes secundarios que de protagonistas rutilantes. Me parecen mucho más interesantes y desdibujados, con todo el misterio y el encanto que conlleva el no saberlo todo de ellos. Y quizás sea por eso que del escándalo de la semana pasada tras la filtración del vídeo de carácter sexual de Santi Millán, para mí el mayor descubrimiento ha sido su maravillosa mujer, Rosa Olucha. Su dignidad y su reacción ante los hechos ponen en la palestra a un nuevo tipo de ‘cornudo’ que, cuanto menos, lleva a pensar que evolucionamos hacia un mejor tipo de ser humano.  

Y no es moco de pavo. Los cambios en la sociedad, ya se sabe, se producen despacio. Y a los pioneros, que abren camino a sangre y fuego, y que a veces pagan el mayor de los peajes, les siguen a paso de tortuga otros valientes, mucho menos arriesgados, pero que también hacen camino al andar, sobre todo si se tiene en cuenta que van contra corriente. 

Olucha no sólo ha defendido a la verdadera víctima del delito que se ha cometido: su famoso marido, además nos ha dado una lección de individualidad y fuerza, al dejar muy claro que ella, ni ignoraba los hechos, ni los condena de ninguna manera. Si eso no es empoderamiento femenino, yo creo que deberíamos revisar la definición y ponerle su nombre propio. 

Lejos del papel de mujer sufridora y humillada, la compañera de vida de Millán rompe todos los vilipendiados prototipos de señora despechada. A muchos, al leer el comunicado con el que condenó tajantemente el atentado contra la vida privada de su pareja, nos recordó al que sería su ‘homólogo’, en la serie de ficción de Netflix, ‘Intimidad’ (y ya aviso que a quien no la haya visto, que mejor que deje de leer aquí, porque se la voy a ‘destripar’, o como se dice ahora, voy a hacer un ‘spoiler’). 

En ella se habla del impacto que puede tener en la vida de una persona y sus allegados la difusión pública a través de redes sociales de cualquier documento de carácter íntimo y/o sexual, y también encontramos a otro ‘cornudo’ atípico, que rompe con los clichés clásicos: Alfredo, el marido de la protagonista, protector y empático con ella. 

De hecho, algunas de las frases con las que la defiende (»no me peguntes a mí cómo estoy, la víctima es ella») son tan parecidas a las declaraciones de Olucha, que cuesta creer que ficción y realidad vayan de la mano de una manera tan similar. Sobre todo porque tanto dentro como fuera de la pantalla tienen un carácter inédito o poco común, como poco.

En esta España nuestra, para qué nos vamos a engañar, son más habituales los ‘machos’ y las ‘hembras’ celosos y posesivos. Las relaciones, por lo general, son exclusivas y monógamas. Los papeles de los ‘malos’ y los ‘buenos’ están claritos y bien definidos; y para la mayoría, no caben medias tintas ni justificaciones que valgan cuando se comete una infidelidad. No digamos ya si encima se hace pública y la opinión pública se convierte en juez y parte. Y si no, que se lo digan a Shakira y a Piqué. 

Los cornudos en el imaginario colectivo son dignos de pena y de solidaridad; aunque también motivo de burlas y chascarrillos, porque en la balanza tradicional de poder, que mide las relaciones, está ‘claro’ que son los débiles y los abandonados por aquellos que han decidido cambiarles por otro o por otra. Y hay historias tristes, injustas y habituales que perpetuán los prototipos más rancios. 

Es de ley reconocer que es cierto que a diario hay personas que se enfrentan a la terrible realidad de una traición por parte de su pareja, casos en los que no había relaciones abiertas ni sospechas siquiera de que pudiese haber terceras personas; pero también está bien, es refrescante, vaya, que ‘salgan del armario’ otras reacciones distintas a las de siempre y otras posibles dinámicas de pareja. 

Culturalmente todavía nos queda un poco, o mucho, para asimilarlas fuera de la pantalla. Pero las formas de actuar de Olucha o de Alfredo suponen sin duda una alternativa digna y real a la figura del cornudo despechado que busca venganza y culpables, o que se regodea en la pena o en la vergüenza. Ambos representan de alguna manera la redención de otros cornudos, leales a sus parejas, aunque resulte paradójico dadas las circunstancias, que transmiten dignidad y humanidad por los cuatro costados. 

* Periodista.

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