El Periódico Extremadura

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Antonio Galván González

Desde el umbral

Antonio Galván González

A oscuras

Nos quieren a oscuras. Sin bombillas que destellen, sin pensamiento crítico, sin voces libres. Quieren apagar la luz; pero no solo la de los escaparates, también la que es símbolo de la Ilustración. Nos encerraron, nos aislaron, nos taparon la boca y nos robaron las alegrías de lo cotidiano. La enfermedad ofreció la coartada perfecta. Porque nadie quería sufrirla ni morir, y disponíamos de pocas herramientas para combatirla. Pero usaron las restricciones de manera discrecional, apretando y aflojando la soga según lo aconsejaran sus intereses espurios, exaltando el criterio científico o desdeñándolo según les convenía. Pulsaron nuestros miedos y lanzaron campanas al vuelo en cada una de las sucesivas olas. 

Nos engañaron y manipularon. Nos mintieron y jugaron con nosotros. Nos dirigieron en sentidos contrarios una y otra vez, hasta conseguir marear a los más equilibrados. Tiraron balones fuera, culparon de su mala gestión a otros y se sacudieron las pulgas con la excusa del infortunio. Luego, llegó la guerra. E intentaron esconder el pasado reciente, como si el mal que nos atemorizaba se hubiese esfumado y ya no fuesen necesarios ni los protocolos, ni las medidas de protección. La invasión de Ucrania por los rusos les ofreció otro subterfugio para no asumir sus responsabilidades y culpar de todos los males del país a agentes externos. En este mundo globalizado, donde todo está interconectado, sería de idiotas negar la influencia de acontecimientos, acciones, calamidades y desastres en el devenir del destino de los países. Pero, entre eso y atribuir todos los males y problemas a la fatalidad, hay una diferencia sustancial. El modo en que se abordó la pandemia dejó tras de sí estampas abracadabrantes. Pero la gestión de la situación actual va camino de igualar ciertas imágenes insólitas y desconcertantes. Los carteles de racionamiento de productos concretos nos retrotraen a tiempos remotos y nos advierten del peligro de reproducir las carestías en el suministro que se sufren, a menudo, en regímenes comunistas, socialistas y peronistas de distintos países de Hispanoamérica. La escalada de precios de la cesta de la compra amenaza con convertir algunos alimentos básicos en artículos de lujo. El elevado precio del combustible ha restringido la capacidad de desplazamiento de no pocos españoles. Todos los desafíos se están abordando sin criterio, de manera improvisada. La última ocurrencia ha sido la de las limitaciones y prohibiciones en el ámbito eléctrico. A este paso, no sería extraño que Sánchez acabará visitando nuestras casas para multarnos por tener la luz de la mesilla de noche encendida mientras los ‘peques’ concilian el sueño. No cabe duda de que se desplazaría en Falcon. Y, por supuesto, se presentaría sin corbata. Ya saben, por aquello de ahorrar energía, luchar contra el cambio climático y predicar con el ejemplo.

*Periodista

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