El Periódico Extremadura

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Enrique Pérez Romero

Nueva sociedad, nueva política

Enrique Pérez Romero

Pinchazos de verano

El objetivo del patriarcado ha sido siempre el control de las mujeres

No hay informativo de este raro verano español donde no quepa la noticia de un «pinchazo» a una mujer joven en un espacio público de ocio. Es noticia casi cotidiana aunque, en algún caso, incluso, el pinchazo tuviera como origen la picadura de un insecto. 

Cuando algo se convierte en objeto de morbo, los medios de comunicación de masas contemporáneos lo explotan hasta la náusea, convirtiendo en noticia lo que no es noticia. Con ello, a veces, se logra el efecto indeseado (¿o no?) de generar pánico allá donde no hay nada.

De entre todos los pinchazos denunciados, según quienes los han analizado, apenas hay «sumisiones químicas», intentos masculinos de inducir a las mujeres a un estado en el que puedan controlarlas. Más allá de la anécdota del insecto, hay pinchazos sin jeringuilla, otros con ella pero sin inoculación, otros con inoculación pero inocua, y solo en unos pocos casos parece que existe indicio de drogas. 

Desde el punto de vista de la lucha entre patriarcado y feminismo, la «sumisión química» ha existido siempre. Los hombres han acostumbrado a emborrachar a las mujeres para llevarlas al terreno sexual deseado, y lo mismo con cualquier tipo de droga ilegal pero de uso común. Sería muy interesante que los medios bombardearan con cada «pinchazo» si nos contaran lo que hay detrás: el miedo. El objetivo del patriarcado ha sido siempre el control de las mujeres (los asesinatos machistas son la última fase ante la imposibilidad de ese control), y una de las mejores herramientas para el control es el miedo. La «sumisión química», la violación consiguiente, incluso el homicidio, como en algunos casos, en último término, son escalones de lo mismo. En este momento, lo importante es el clima dominado por el miedo, al que los medios están contribuyendo magníficamente.

Dado que ni políticos ni periodistas parecen capaces de explicar esto —y de extraer las obligadas conclusiones sobre la permanencia del patriarcado tras décadas de supuestas políticas «feministas»—, sería mucho pedirles que dieran el siguiente paso. Para ello les podrían resultar de gran interés estas líneas escritas por el francés Michel Houellebecq en «Las partículas elementales»: «Según Daniel Macmillan, la progresiva destrucción de los valores morales en los años sesenta, setenta, ochenta y noventa era un proceso lógico e inexorable. Después de agotar los placeres sexuales, era normal que los individuos liberados de las obligaciones morales ordinarias se entregasen a los placeres, más intensos, de la crueldad; Sade había seguido una trayectoria análoga dos siglos antes. En ese sentido, los ‘serial killers’ de los años noventa eran los hijos bastardos de los hippies de los años sesenta [...]»

A quienes les de pereza introducirse por los vericuetos de la historia, la filosofía o la ciencia política, pero aún así estén interesados en conocer el origen de la aniquilación de la izquierda contemporánea, este es un libro que deben leer.

Sí, los «pinchazos del verano» son también una forma de crueldad, producto del aburrimiento de jóvenes que empezaron a ver pornografía con nueve años, se cansaron de las relaciones sexuales a los trece, perdieron la cuenta de sus parejas íntimas a los dieciocho, están hartos de masturbarse con Instagram y Tik Tok, y antes de convertirse en hombres —algunos no lo lograrán nunca— ya no saben muy bien qué hacer para satisfacer el deseo. Ese deseo que la sociedad nos demanda, casi nos exige, cada día, pues sobre el deseo, y no sobre otra cosa, está construido el actual sistema socioeconómico, que pasa por la peor crisis en un siglo. 

Sería de agradecer una mínima finura en el análisis por parte de quienes detentan la propiedad de los medios de comunicación, así como de la clase política que tiene secuestrada la voluntad popular en España. Ya que no son capaces de solucionar los problemas, unos, ni de informar con un mínimo de rigor, los otros, estaría muy bien que, de vez en cuando, y aunque fuera solo por error, colocaran en el centro del debate los temas importantes. Aunque, claro está, si lo hicieran perderían esos privilegios de los que viven tan bien. Nunca lo harán. 

Deberá ser la ciudadanía la que recupere para sí el esclarecimiento de un futuro tan oscuro que no hace falta esperar al otoño para vislumbrarlo.

*Licenciado en CC de la Información

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