Se comprende la idiotez de la Comunidad de Madrid de decretar luto por la muerte de Isabel II. Tanto como que en las Islas Malvinas, por ejemplo, las banderas ondearan a media asta (tal vez ondeen, quién sabe). Pero el mismo luto, o peor, lo han decretado también los medios de comunicación, todos, hasta el punto de aparcar Ucrania, el bloqueo del Consejo del Poder Judicial y hasta la crisis energética, cuando no de ignorarlos directamente, algunos. En radios, televisiones, periódicos, etcétera, habrá Isabel II en exclusividad y extensión durante…
Para la duración, nada más efectivo que unos funerales de gran exhibición («pompa y circunstancia», lo llaman) y posponer unos meses la coronación de Carlos III. Se trata de que los símbolos monárquicos, es decir, su solemnidad, rito, grandeza y legitimidad parezcan invulnerables al paso del tiempo, como si las monarquías tuvieran sentido por sí mismas o fueran instituciones racionales, siendo solo «místicas» (esta observación del periodista Pedro García Cuartango, por ejemplo: «Si las monarquías se democratizaran, si se acercaran a la gente, acabarían perdiendo su atracción y desaparecerían»). Conviene, por tanto, alargar el simbolismo, las formas.
Bien está, para los ingleses, ocho días de luto. Bien está, para los ingleses, el tiempo que duren los funerales. Y bien está, para los ingleses, las semanas o meses en que se tarde en coronar al nuevo rey. La pregunta es por qué en España los medios de comunicación empapuzan a los ciudadanos con todo eso (y, por lo pronto, ya son cinco días de información, detalle a detalle, momento a momento), cuando en realidad no ha sido sino un suceso tan común como la muerte de una anciana, aunque se trate de Isabel II, que pudo reinar durante 70 años. Y la respuesta, aparte la escasez y repetición de noticias, es que pareciera que hay interés en mostrar la importancia de las monarquías en el mundo actual. Porque otra respuesta sería el periodismo, su imaginación.
En cuanto a comprender la idiotez respecto al luto en la Comunidad de Madrid, lo que se comprende es que el decreto ha sido una idiotez, no la idiotez.
*Funcionario