El Periódico Extremadura

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Antonio Galván González

desde el umbral

Antonio Galván González

Legado

El mejor legado que unos padres pueden dejarle a un hijo es su ejemplo

Me aproximo a la entrada de un territorio inexplorado para mí. Sé que todo cambiará al cruzar. Y sé de las responsabilidades que me esperan y de las dificultades que entraña el desempeño de un nuevo papel. Pero camino hacia mi destino con confianza y serenidad. No porque me sepa mejor que otros. Soy consciente de mis limitaciones y defectos. Pero me sé privilegiado porque tengo un tesoro que me fue dado. No está compuesto por joyas, pero resplandece infinitamente más que el más noble de los metales. El regalo me lo hicieron dos personas hace cosa de 37 años. Por entonces, ellos no sabían la ilusión que me iba a hacer, lo mucho que me iba a emocionar tenerlo, ni lo útil que me iba a resultar conservarlo y contemplarlo. Suscribieron el más firme de los compromisos algún tiempo antes de mi venida, y me han legado una inmensa fortuna entregada a plazos. 

Gracias a ellos, tengo la total certeza de que el lazo que se establece tras el primero de los enlaces es aún más robusto y definitivo, y que cada una de las lazadas que se van sumando al primer nudo aseguran un vínculo inquebrantable. Y sé que siempre hay dos corazones en vilo, que no desvían nunca la mirada, y procuran lo mejor para cada una de las irrepetibles filigranas de ese destino que decidieron compartir. Lo sé, y también lo siento. Porque tengo memoria. Y, al recordar los momentos de toda una vida en común, ahora con el alma prendida del peregrino que se aventura a iniciar una nueva etapa, lo comprendo todo mucho mejor. Y es que quizá solo podemos entender verdaderamente la realidad cuando nos aproximamos a ella superando la distancia del tiempo. Solo así somos capaces de profundizar hasta la raíz: cuando nos acercamos a ser aquello en lo que se convirtieron, y desde entonces son, ese par al que todo se lo debemos.

Pronto me estrenaré como padre. Y, entre otras cosas acerca de las que he reflexionado a lo largo de los meses del embarazo, una de las más importantes es: «¡Cuán afortunado soy de haber tenido y tener los padres que tengo!». El mejor legado que unos padres pueden dejarle a un hijo es su ejemplo. Y yo he tenido la suerte de haber recibido de papá y mamá, de Encarna y Antonio, el preciado tesoro de un ejemplo impecable, intachable, perfecto en todas sus dimensiones. Ahora que, junto a mi esposa, voy a acceder al club de los padres primerizos, solo puedo dar las gracias a mis padres de todo corazón, y decirles que espero haber sido (y seguir siendo siempre) un buen hijo. Ellos dos me criaron del mejor modo posible, me han amado sin límites, me han educado con paciencia y sensatez, y han estado siempre, y bajo cualquier circunstancia, a mi lado. Ojalá logre ser fiel a su extraordinario ejemplo. Aunque aspiraré a hacerlo lo mejor posible, si lo hago solo la mitad de bien con mi hija que ellos conmigo, podré sentirme algún día tan orgulloso como mis padres deberían hallarse ya hoy mismo. Mamá, papá: ¡os quiero!  

*Diplomado en Magisterio

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