Nueva sociedad, nueva política

2023: el año del despertar

Lo que ocurre hoy en Gaza va mucho más allá de los conflictos habituales en la zona, entre otras cosas por las numerosas semejanzas entre lo que está haciendo Israel y un genocidio

Guerra Gaza-Israel.

Guerra Gaza-Israel. / EL PERIÓDICO

Enrique Pérez Romero

Enrique Pérez Romero

La evaluación de las predicciones políticas que realicé el año pasado deja claro que todas las líneas apuntadas permanecen y se consolidan. Efectivamente, el cambio político llegó a España y, aunque incompleto (el 28-M pero no el 23-J), ha sido un paso más de la victoria conservadora en la «guerra cultural» que continúa ofreciendo hitos de gran relevancia, como los triunfos electorales de Roberto Fico (Eslovaquia), Geert Wilders (Países Bajos) y Javier Milei (Argentina). 

También fue un acierto, por desgracia, asegurar que la guerra de Ucrania continuaría un año más, pero además desde el 7 de octubre se ha incorporado al escenario de las relaciones internacionales el enésimo conflicto de la interminable guerra árabe-israelí, que cumple ya tres cuartos de siglo. Con el agravante de que lo que ocurre hoy en Gaza va mucho más allá de los conflictos habituales en la zona, entre otras cosas por las numerosas semejanzas entre lo que está haciendo Israel y un genocidio. En este sentido, 2023 nos deja un panorama no solo más peligroso sino también con viejas amenazas que muchos creían irrepetibles (un despertar), como las guerras tradicionales y las enconadas luchas étnicas, ámbito en el cual el judaísmo parece volver a escalar en su voluntad de poder.

También se acertó sobre las previsiones económicas para el año, con una peligrosa combinación de alta inflación y subidas de tipos de interés que, necesariamente —aunque la creciente desigualdad ofrezca una apariencia de consumo desenfrenado no al alcance de todos—, está provocando una enorme precarización, que empieza por la imposibilidad de acceder a una vivienda. En este sentido, 2023 ha sido el año de la fantasía económica que ha permitido creer a muchos que las cosas marchan bien, aunque sea un espejismo a raíz de la enorme inyección de dinero post-COVID en la UE. 

Tampoco fue un error predecir hace un año un incremento de la violencia social que hemos visto crecer en todos los indicadores, comenzando por el de los suicidios y terminando por el de actos de menores que nos horrorizan a diario, desde terribles casos de acoso escolar hasta violaciones grupales escalofriantes, pasando por el preocupante repunte de las bandas urbanas. Si algo deja claro 2023 es que, por fin —un lustro tarde, al menos— se ha tomado conciencia de la enorme gravedad de la influencia de la cultura de masas en los menores mediante los dispositivos inteligentes portátiles que, en algunos casos, los padres les proporcionan cuando aún no han cumplido los diez años.

Igualmente certero fue predecir que de lo mejor del año serían los avances científicos en numerosos terrenos: en un conocimiento del genoma humano que permitirá mejorar el diagnóstico de numerosas enfermedades, el descubrimiento de las ondulaciones del espacio-tiempo, el descodificador del pensamiento humano o la mejora en el tratamiento del cáncer gracias a la inmunoterapia, son algunos de los más destacados. Cierto es que los avances tecnológicos en inteligencia artificial, por su velocidad y potencial, han hecho saltar todas las alarmas, colocándose la UE en la vanguardia internacional de poner severas limitaciones a su empleo. 

No era difícil acertar hace un año que el proceso a Donald Trump seguiría cobrando protagonismo, convirtiéndose en uno de los asuntos más relevantes que 2023 deja encima de la mesa a 2024. Hasta el punto de que terminamos el año con dudas sobre la posibilidad de que pueda ser candidato, lo que presagia una lucha judicial sin precedentes en el (hasta ahora) país más poderoso del mundo. 

En España, todo ha sido la amnistía. El cambio político incompleto ha causado un verdadero cortocircuito en nuestro sistema, abriendo un muro infranqueable entre los dos grandes partidos, y escorando la gestión del país hacia los intereses de los independentistas y nacionalistas, con la amnistía para los delincuentes catalanes como centro simbólico del giro que Pedro Sánchez le ha dado al país, que amenaza, con toda evidencia, la paz social y las bases éticas, políticas y jurídicas de España como Estado. El otro despertar de 2023 es (ojalá lo fuera) que nuestra clase política no tiene límites cuando se trata de alcanzar y mantener sus privilegios y su poder. 

* El autor es Doctor en Comunicación Audiovisual