Opinión | Encerado y clarión

El extraño caso de la subida que baja el salario

Un maestro, impartiendo clase.

Un maestro, impartiendo clase. / EL PERIÓDICO

Ay!, qué tiempos aquellos cuando uno corregía a sus alumnos cuando decían «ahora subo para arriba», y uno en su inocencia de funcionario docente le contestaba, «Manolito, es que no se puede subir para abajo». Pues no señor, nos equivocábamos, sí que se puede subir para abajo, y si no me creen, miren las distintas subidas a los empleados públicos, no ya la histórica, que lleva acumulada más treinta puntos de diferencia y olvidada por todos nuestros distintos gobiernos, también estas últimas, las del famoso acuerdo entre las centrales mayoritarias de todos los trabajadores, de siglas harto conocidas, y el Gobierno central, también harto conocido, para 2022, 2023 y 2024, y todo en el mismo paquete y sumadas, porque así la subida parece más, aunque en verdad sea menos.

Para colmo, después de comprobar que en esos tres años hemos perdido en total un ocho por ciento de poder adquisitivo por la diferencia con la subida salarial y la del IPC, resulta que aún no hemos cobrado el 0,5% del año 2023, ni la subida del 2% de este año, y la previsión del 0,5% más que probable por la inflación, correspondiente a este, no será efectiva hasta el 2025.

Menos mal que el pasado martes, en palabras de Escrivá, el ministro para la Transformación Digital y de Función Pública, el milagro de la subida que baja, se hará por decreto ley. Hombre, pues muchas gracias. Quizás hubiésemos preferido que para no seguir perdiendo poder adquisitivo se hubiese subido este año el mismo 5% que se ha subido el SMI o el 3,8% de las pensiones y que la subida a los empleados públicos se hubiese aprobado junto el resto de medidas económicas el 27 de diciembre del año pasado. Incluso hubiésemos preferido que se hubiese negociado como con alguno de los ejemplos anteriores, y los hartos y hartas conocidas, o se sube lo que mandan mis decretos, o lo subo aún más. Es lo que tiene el sueldo del empleado público, que algunos no se toman como público el sueldo del empleado.

Hasta que nuestra clase política no reconozca el agravio comparativo en materia salarial que sufrimos con respecto a la pérdida del poder adquisitivo acumulado y nuestros salarios no se vinculen tanto a dicha pérdida acumulada como al IPC, mal nos va ir, y mal les va a ir, pues cualquier fábrica o empresa sea de la titularidad que sea más produce cuanto más reconocidos están sus trabajadores.

Otra vez más sólo nos queda lamentar el extraño caso de las subidas que bajan, aquellas que antes de la misma podías comprar pan y aceite, y después de la subida, o el pan o el aceite. Aunque esto sea una comparación exagerada, no crean que lo sea tanto. El otro día comentaba un compañero que hace veinte años su nivel de vida era mucho mejor que el actual, cuando debiera ser al menos igual, incluso me atrevería a decir que un tercio peor.

En fin, la próxima vez que Manolito me diga que baja para abajo, le diré que no hace falta, que para eso, ya subo yo.

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