Opinión | π=3ª14

Mis disculpas, Pavón Guillén

Estaba yo aún en la tribuna del Príncipe Felipe cuando vi el vídeo del penalti del Coria-Don Benito. «A punto de retirarse y la que ha liado Pavón» fue lo que le comenté al jefe de Deportes de este periódico, José María Ortiz, que andaba enfrascado en la crónica del Cacereño.

Empecé entonces a escuchar y a leer comentarios grotescamente equivocados. «Lo ha anulado por fuera de juego porque tenía la mano levantada», decía uno. «Es legal porque no hace mucho que lo hicieron Messi y Suárez», escribía otro. Alguno mejor informado apuntaba ya a que la razón solo podía ser que Juanjo Chavalés hubiera entrado en el área antes de tiempo. Cuando aparecieron las imágenes tomadas desde la otra banda se confirmaba la razón de la decisión, aunque algunos insistían en poner el foco en el mismo lugar de siempre, el árbitro. Empezó a circular el cuadro con la norma de los supuestos para que en un penalti se conceda gol, se mande repetir o se pite libre indirecto contra el lanzador. Había comenzado la moviola casera que no es parte de este juego. Alguno argumentaba que jugadores del Don Benito también habían entrado antes de tiempo o que el portero estaba adelantado como motivo para que el lanzamiento se tendría que haber repetido. De haber tenido VAR habría que haber revisado todo, incluida la mano por la que se pitó penalti, pero insisto, nos equivocamos los que apuntamos con el dedo hacia la decisión arbitral. Por tanto, señor Pavón Guillén, mis disculpas por la frase que, aunque quedó entre Ortiz y yo, mi conciencia me estaba mandando lavar.

Por cierto, aprovecho aquí para hacer un reconocimiento a Víctor Pavón Guillén que está a punto de retirarse tras 17 temporadas arbitrando en Tercera División. No hace mucho que le vi en un partido y tuvo, a mi parecer y sin ver ninguna imagen, algún error de apreciación que pudo influir en el resultado. Errores, claro, como todos. Ni robos, ni atracos, ni premeditación. Solo errores. Y ojo que a menudo llamamos a todo igual y no es lo mismo un error de apreciación que no aplicar el reglamento. Pues mi sensación con este árbitro en el campo siempre ha sido de que había un juez honesto, capacitado, respetuoso y sereno, y eso es todo lo que yo espero de un árbitro deportivo.

Además del colegiado, hubo otro protagonista de esta historia al que no le pongo ni un pero. El entrenador del Coria, Miguel Ángel Ávila, se enfrentó a una rueda de prensa dificilísima y la solventó con maestría. También aquí creo que la clave fue la honestidad. Lo que dijo y cómo lo dijo, y lo que calló y cómo lo calló era exactamente lo que tenía que ser. Transmitió lo dantesco de la situación de perder en una acción así casi todas las opciones de ascender por la vía rápida, pero tuvo la lucidez y la templanza para saber que sus opciones para el camino largo de los ‘playoff’ serán más si cuenta para la causa con sus dos máximos anotadores.

Y, bueno, lo de Mercadal y Chavalés, pues un sinsentido, porque si sale bien, quedas de sobrado, y si sale mal, pasa lo que ha pasado. No hay ninguna razón para lanzar un penalti así, y menos en esas circunstancias. El portero sale y tapa más ángulo, el balón es más difícil de golpear que si está parado y te arriesgas a entrar antes de tiempo. Y la gloria es tan relativa en estas categorías que no merece la pena enojar a los tuyos. Pero también tengo claro que ante los únicos que Adriá y Juanjo tienen que rendir cuentas es ante su gente del Coria y ante nadie más.

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