Estar en una residencia no significa vivir ajeno a la sociedad. Por eso, los mayores del centro San Francisco de Plasencia, dependiente del Sepad, realizan actividades intergeneracionales. La última ha sido una visita al colegio El Pilar, donde han podido ver la premiada oficina de turismo que han creado los niños y han compartido una jornada de talleres.

Una representación de cada curso ha recibido a los siete residentes, de entre 85 y 96 años, que han acudido al colegio. Guiados por su directora, Silvia Sierra, han ido explicando las partes de la representación de la oficina de turismo que han realizado, donde han dejado espacio para pendones con imágenes de mujeres ilustres, monumentos como la catedral, el ayuntamiento o la torre del reloj del Abuelo Mayorga y hasta una representación de las procesiones de Semana Santa.

Además, los niños de tercero han interpretado una poesía que ha terminado con un «¡Qué viva Plasencia!» y, como sorpresa, el profesor de Educación Física, Ángel, se ha vestido de tamborilero para interpretar canciones conocidas del folklore extremeño.

Ahí, los mayores han participado dando palmas, e incluso, arrancándose a bailar.

Alguno de ellos ha tenido palabras para el alumnado. «Cuidado donde os metéis, que hay muchas cosas malas», les ha dicho uno.

Después, los residentes les han leído una leyenda sobre un reloj de sol que fue regalado a Plasencia y han realizado un taller de relojes de pulsera. Todo esto «mejora su autoestima y les hace formar parte de la educación de los niños y seguir en la sociedad».