El hombre que desde un garaje de California ha revolucionado el mundo de la informática, la cultura y la comunicación en tres décadas y que ha cambiado la vida cotidiana de varias generaciones murió ayer. El luto por Steve Jobs tiñó internet y la conversación global en las redes sociales -10.000 comentarios por segundo en Twitter- viene marcada las últimas horas por la tristeza de una muerte esperada. El cofundador de Apple abandonó hace solo un mes las riendas de la compañía, muy debilitado por un cáncer de páncreas diagnosticado en el 2004.

En 1976, Jobs fundó con 20 años la compañía de la manzana mordida junto a su amigo Steve Wozniak, montando el primer ordenador Apple en el garaje de sus padres en Los Altos (California). Al año siguiente crearon la primera computadora para el consumo de masas, el Apple II, primer éxito que en solo dos años les permitió multiplicar por 15 -hasta los 117 millones de dólares- la facturación. Antes de cumplir los 25 eran multimillonarios.

Genio, visionario y revolucionario de la tecnología son las etiquetas que millones de personas le atribuyen al creador en 1984 del Macintosh (Mac), el ordenador que transformó la informática doméstica. El Mac llevó a las casas aquello que hasta entonces estaba reservado a las grandes empresas y oficinas. El Mac fue el primer ordenador personal que funcionó con iconos y ratón, un salto innovador que abrió el camino a una manera fácil e intuitiva de utilizar la tecnología. En 10 años Apple tenía 4.000 trabajadores y tras una lucha interna por el poder, Jobs fue despedido de la empresa.

La suya es la historia de una superación. Fuera de Apple, Jobs se sintió liberado, apostó por la creatividad y empezó una nueva aventura, fundando la compañía NeXT y refundando Pixar, donde creó la primera película animada por ordenador, Toy Story. Pixar es ahora el estudio de animación más exitoso del planeta. Al cabo de unos años, Apple compró NeXT y el empresario y magnate Jobs regresó a la compañía de su adolescencia con todos los ases en la manga que ahora explican la etapa de renacimiento de la empresa instalada en Cupertino (California).

Una vez transformado el mundo de los ordenadores personales, Jobs creó en 2001 el iPod, una línea de reproductores multimedios portátiles con un diseño ligero y atractivo. Solo en los últimos tres años se han vendido más de 150 millones de unidades en todo el mundo. La belleza de sus creaciones es una constante. El gurú de la tecnología ha cuidado el diseño en toda la línea de productos. El primer teléfono móvil de Apple, iPhone, de la familia de los llamados inteligentes, apareció en el 2007 con pantalla táctil y escasos botones físicos. Diseño y simplicidad en un dispositivo móvil que permite navegar por internet, acceder al correo e incorpora todas las prestaciones del reproductor de música iPod. Es la suma de un antiguo Walkman y un móvil en la era del imperio de la industria de la telefonía.

El iPod y el iPhone, como dispositivos portátiles, funcionan con un reproductor llamado iTunes que permite escuchar, visionar, organizar y sincronizar contenidos multimedios. Una de las revoluciones de Apple en el sector de la música es precisamente iTunes, que permite comprar canciones sueltas -más de 200.000 disponibles- y álbumes antiguos y novedosos rompiendo la lógica de una industria acosada por la piratería. La gran tienda de contenidos y aplicaciones de Apple -millones de iconos de pago y gratuitos para consumir música, vídeo, libros digitales, medios de comunicación, juegos y aplicaciones para aprender desde el mismo dispositivo móvil-enlaza con la última de las criaturas que Jobs habrá dejado en vida, el iPad. Es una tableta, una pantalla táctil sin teclado, que funciona como un ordenador portátil, una oficina que rompe la separación de los ámbitos personal y profesional para millones de ciudadanos.

La mesa de la oficina o de casa, la maleta o los bolsillos de buena parte de la humanidad contiene alguno de los artilugios ideados por aquel chaval que entró en la universidad con 17 años pero la abandonó para acabar asistiendo a clases intermitentes. Ayer, los lectores de www.elperiodico.com, preguntados por cuál de los dispositivos creados por él es su favorito, contestaron que el iPhone (38%), el Mac (33%), el iPod (15%) y el iPad (14%). Este último es uno de los inventos en que los medios de comunicación confían para intentar imitar el éxito de la tienda iTunes en el sector musical trasladado a los contenidos periodísticos.

El secretismo que rodea cada lanzamiento a nivel planetario de Apple va acompañado de presentaciones espectaculares que se transmiten por internet. El martes la compañía presentó el nuevo iPhone 4S -el 5 aún no llega- sin el mago de ceremonias. Le sustituyó Tim Cook, director ejecutivo de Apple, con mucho menos carisma que el confundador, pero gestor eficiente. Mientras Cook oficiaba la presentación, Jobs agotaba sus últimas horas.

El diseñador de sueños, icono de una religión tecnológica y gurú de una secta de consumidores adictos a los productos Apple, pronunció en el 2005 un discurso en la Universidad de Stanford a la que de adolescente no pudo ir por cara. Les dijo a los jóvenes: «Vuestro tiempo tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se dejen atrapar por dogmas, no permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencien su propia voz interior. Tengan el valor de seguir su corazón e intuición, porque de alguna manera ya saben lo que quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario».

Ahora la incógnita es si Apple continuará alimentando nuevos sueños o si la secta se disgregará porque en algún garaje del planeta un joven emprendedor y brillante como Jobs sigue sus pasos y le sustituye en el trono como este hizo con Bill Gates.