IGUALDAD

Ver por las orejas y oír por los ojos: las cinco horas en las que la música gana el pulso a la discapacidad

Mochilas vibratorias, intérpretes de lengua de signos, lazos de bucle magnético, balizas de guiado… Sólo ocho festivales en España cuentan con herramientas que garantizan la accesibilidad, un paso al frente que los convierte en un espacio seguro para todos: “Una cultura libre potencia nuestro desarrollo y hace del mundo un lugar más habitable”

Cooltural Fest, Sonorama o Primavera Sound ya han incorporado herramientas para garantizar los conciertos accesibles.

Cooltural Fest, Sonorama o Primavera Sound ya han incorporado herramientas para garantizar los conciertos accesibles. / CEDIDA

Pedro del Corral

A Laura Diepstraten no le hace falta ver para sentir las canciones de Amaral. Es curioso porque, cada vez que las pone, de inmediato mira la vida con mayor arrojo si cabe. A sus 17 años tiene la ceguera tan interiorizada que no deja que nadie dé los pasos por ella. De ahí que, cuando se enteró de que el dúo daría un concierto accesible en Almería, no dudase en comprarse la entrada. Aquella tarde, nerviosa y decidida, se plantó frente a un escenario que rugía tanto como las emociones que le azotaban. Cantó y bailó, por supuesto. Pero también reconoció los gestos cómplices, las palmadas eufóricas y las lágrimas contenidas de Eva y su banda gracias a unos cascos que, durante 90 minutos, se transformaron en sus ojos. A través de ellos, una voz relató cada uno de los movimientos que, hasta este instante, le resultaba imposible imaginar. “Fue la primera vez que pude disfrutar de una actuación al completo. No todo es negativo, la discapacidad te abre puertas. Ahora bien, no es fácil encontrar estos servicios”, dice. Desde entonces, sueña con repetirlo.

Al otro lado del auricular, Mónica Souto es una de las audiodescriptoras encargadas de volver esta experiencia única. Su labor es clave para que Laura y otros asistentes puedan saber lo que ocurre allí donde la vista no llega. “Contamos cuántos instrumentos hay, cómo están distribuidos los músicos, qué colores se usan en la iluminación… Gracias a esta técnica, se abre un interesante abanico de información. A partir de ahí, tenemos que valorar qué es necesario y cómo lo podemos transmitir”, explica la experta, que ha aportado su granito de arena en los últimos bolos de Rubén Pozo, Coque Malla y Ainhoa Arteta. Con el objetivo de no interrumpir el espectáculointerviene cuando los datos que maneja aportan valor. De lo contrario, podría resultar contraproducente. “Es gratificante saber que trabajas para la plena inclusión en el ámbito cultural. Queda bastante por hacer, pero no nos rendimos”, subraya. Conseguir que cualquier festival esté al alcance de todos es la prioridad.

La labor de los audiodescriptores es relatar a las personas ciegas todo lo que sucede en el escenario.

La labor de los audiodescriptores es relatar a las personas ciegas todo lo que sucede en el escenario. / JAVIER ROSA

Sólo ocho lo son realmente en España, por lo que aún queda un largo camino que asfaltar. Un cometido que, desde 2018, la fundación Music For All está liderando con un programa que pretende alcanzar la accesibilidad universal en estos espacios de ocio. Para ello, cuentan con un arsenal de herramientas que buscan integrar por completo a quienes no pueden apreciar la cultura con los cinco sentidos: más allá de la audiodescripción, ofrecen mochilas vibratoriassubtituladointérpretes de lengua de signos, lazos de bucle magnéticoprogramación en braillebalizas de guiadoplataformas elevadas… Según la Encuesta de discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia 2020 elaborada por el Institución Nacional de Estadística, en España hay 4,38 millones de personas que tienen diversidad funcional. Una cifra que esta organización, a través de su Guía de accesibilidad, pretende no dejar de lado: “Tenemos que adaptar nuestro modelo de sociedad para que cualquiera pueda ejercer sus derechos como ciudadano”.

Transformar la industria

Diego Ferrón puso en marcha Music For All para demostrar que los recursos desplegados hasta entonces resultaban insuficientes. “Es una industria compleja, donde se trabaja al límite. Hemos logrado que citas como el Sonorama Ribera o Primavera Sound se sumen a esta iniciativa. Nuestro ánimo siempre ha sido orientar a aquellos promotores que han querido apostar por la accesibilidad y la inserción”, declara. Lleva un lustro liderando un plan pionero al que se han ido asociando otras tantas entidades, lo que ha hecho que esta cadena se vaya haciendo más y más grande. “Todo individuo con independencia de sus capacidades debería poder asistir al evento que quiera con garantías de libertad”, sentencia. Por ello, la tarea de concienciación que realizan a través de talleres y charlas resulta fundamental. De ahí, normalmente, nacen los acuerdos que acaban convirtiéndose en avances.

Elies Soler ha notado mejorías. Padece una lesión medular que le obliga a desplazarse en silla de ruedas, pero jamás ha dejado que las barreras arquitectónicas aplacasen su gran pasión. “Intento ir a dos festivales por temporada, pero tengo que reconocer que el Cooltural Fest fue especial. Al entrar, una señalización clara me llevó hacia la tarima que las personas con discapacidad teníamos reservada. A diferencia de otros recintos, ésta no estaba situada en una esquina, por lo que la imagen y el sonido eran perfectos. Desde aquí, podíamos llegar a una barra. De tal modo que, si queríamos tomar una cerveza, no era necesario bajar, atravesar a la gente y cargar con el vaso de vuelta. Asimismo, al lado de la rampa, teníamos a nuestra disposición un baño. Aunque parece una tontería, no lo es. Que estuviese tan cerca y tan limpio nos ayudó bastante”, relata. Por parte de la organización, el fin era que nadie se sintiese apartado.

Las personas que lo necesiten tienen a su disposición una tarima situada en un lugar privilegiado del recinto. / CEDIDA

Las personas que lo necesiten tienen a su disposición una tarima situada en un lugar privilegiado del recinto. / CEDIDA / CEDIDA

La experiencia puede realizarse por la cuenta de cada usuario o escoltado por un miembro del equipo. Antonio Sánchez es uno de los encargados de asistir a quien lo solicite: “Realizamos un acompañamiento integral”. La prestación comienza en la caseta situada en la puerta. En ella aguarda una cuadrilla preparada para solventar dudas o prestar ayuda. En su caso, la misión es clara: hacer de enlace durante el tiempo requerido por cada persona. “Intento que la estancia sea lo más grata posible. Y, para ello, durante el recorrido, le cuento las ventajas que puede utilizar. A la mayoría se le ilumina la cara, pues posiblemente sea la primera vez que pueda disponer de ellas. Además, los trabajadores, desde los vigilantes hasta los camareros, deben conocer los cambios introducidos para usarlos adecuadamente”, añade. En las cinco jornadas en las que ha colaborado, todos fueron a una. Sin excepción.

Deconstruir los sentidos

Las personas sordas suelen ser las grandes olvidadas cuando se trata de organizar un concierto. Hay quien, incluso hoy, sigue pensando que sólo se puede percibir una canción a través de las orejas. “La música es también sentimientos. Si no la tenemos, nos estarían quitando una pieza preciosa de la vida”, expone José María Rueda, que reclama más educación desde las primeras etapas educativas. Marián Hipola, en cambio, denuncia la escasa oferta destinada a este colectivo: “Me encanta Manolo García, pero nunca ha hecho un concierto accesible. Todos deberían serlo”. Para disfrutar de los pocos a los que han podido ir, el primero optó por una mochila vibratoria y la segunda por una intérprete de signos. “Es una opción muy positiva. El problema es que aún no hay una conciencia generalizada”, dice él. “Es básico que la profesional esté bien iluminada y colocada en una zona reservada para nosotras. De lo contrario, no sirve para nada”, apostilla ella.

Condiciones que tanto Raquel García como Ana Díaz-Cardiel intentan asegurar cada vez que se enfrentan a las tablas. Han pisado unas cuantas y, aunque el resultado ha sido más que satisfactorio, el margen de mejora está ahí. “Gracias a un transmisor, las mochilas reproducen lo que se genera en el escenario. La parte de abajo recoge la percusión, mientras que la de arriba la voz. Así, en función del género musical, se siente más una u otra”, cuenta la primera, especialista en un sistema precursor en España. En cuanto a la interpretación, ya hay algún referente patrio como es el caso de Rozalén y Beatriz. Sin embargo, la práctica no está tan extendida entre el resto de cantantes. “Hay que preparar bien las letras ya que algunas tienen mensajes metafóricos. Este oficio es un regalo. Es emocionante ver que, mientras signas, te copian y te piden más”, relata la segunda, que observa un mayor interés por este servicio desde que Coldplay, Alba Reche y La M.O.D.A. lo incorporaron.

Una voluntaria coloca una de las mochilas vibratorias disponibles a una asistente.

Una voluntaria coloca una de las mochilas vibratorias disponibles a una asistente. / JAVIER ROSA

El efecto que tienen estos instrumentos no es baladí. Cuando la interacción se ve mermada por un acontecimiento y el aislamiento se impone, el riesgo de exclusión aparece. “Las personas con discapacidad no pueden hablar de una inclusión real, sino de una integración con tintes capacitistas que únicamente parchea los problemas. Muchas deben elegir entre aceptar espacios no accesibles con la sobreexposición que ello acarrea o, por contra, quedarse en casa. Cuando esto ocurre, se disparan la pérdida de autoestima y la tristeza mantenida”, narra Virginia Martínez, integradora social y psicóloga clínica. De ahí que ir a conciertos con el respaldo adecuado juegue un papel determinante: “Una cultura libre de condiciones no sólo potencia los intercambios, sino que, además, fomenta nuestro desarrollo y hace de la sociedad un sitio más bello y habitable”.

De excepción a norma

La Estrategia Integral Española de Cultura para todos especifica, precisamente, que se trata de un derecho esencial y una herramienta primordial en el apoyo a la inclusión, la no discriminación y la igualdad de trato. De hecho, el primer propósito que se marcan los Ministerios de Cultura, Sanidad, Política Social e Igualdad en este documento es: “Garantizar la plena accesibilidad en los espacios y acciones culturales tanto temporales como permanentes”. Para Pilar Villarino, directora ejecutiva del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad, dicha meta aún está lejos de rozarse. No obstante, se están dando zancadas para superarla lo antes posible. Y lo más importante: sin dejar a nadie atrás. “La discapacidad es una realidad diversa, ya que es un factor de exclusión que intersecciona fácilmente con otros. Cuando lo hace con el género y la edad, por ejemplo, la segregación es mayor. Hay que seguir adoptando políticas que tengan en cuenta este enfoque”. Y lo erradiquen.

Sólo así Laura, Elies, Marián y José María podrán participar en la comunidad con la misma naturalidad que Juana González. Ella no tiene ninguna discapacidad, pero sí conciencia social y sabe que la accesibilidad nos beneficia a todos. Pues, por destino, la diversidad es ya más una norma que una excepción. Y, como tal, nadie debería quedar aislado por aquello que le vuelve humano. “No es necesario tener sordera para usar el servicio de subtitulación. Lo habitual es ir a un concierto y que el volumen esté tan alto que apenas distingas las letras. O que no te las sepas y quieras cantarlas a pleno pulmón. Son pequeños detalles que marcan la diferencia para unos y que mejoran la vida para otros”, puntualiza. Sin ignorar que, con el tiempo, cualquiera puede llegar a necesitar estos materiales por el deterioro progresivo que acecha al cuerpo. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud estima que, en 2050, el 50% de la población mundial tendrá algún tipo de limitación física o mental.

Una voluntaria coloca una de las mochilas vibratorias disponibles a una asistente.

Una voluntaria coloca una de las mochilas vibratorias disponibles a una asistente. / JAVIER ROSA

“El Consejo Superior de Investigaciones Científicas está diseñando un programa que permita llevar a cabo esta traducción en directo, pero resulta imposible por ahora. Lo que hacemos es solicitar el repertorio al artista y transcribirlo, por lo que tenemos poco margen para la improvisación. Me ha pasado que, durante un bolo, cambien el orden y tengamos que salir del paso”, explica Patricia Escudero, responsable de esta técnica. Rigoberta Bandini, Vetusta Morla y Elefantes figuran en la lista de artistas que ya la han hecho suya. Porque, como todo lo bonito, la música no debería generar frustración. Al contrario, nace con la vocación de ser un lugar seguro. La Unesco así lo consagra: “Los derechos culturales son parte inseparable de los derechos humanos”. Ésta es la única regla escrita para una batalla que desborda los sentidos: Laura, Elies, Marián, José María y Juana han demostrado que podemos ver con las orejas y oír con los ojos. Pues, al final, todo se reduce a sentir hasta que duela la piel.