Alejandro Talavante borda el toreo en Olivenza

Antonio Castañares

Antonio Castañares

En una tarde en extremo desapacible y ante una corrida del Puerto de San Lorenzo, remendada con un cuarto de la Ventana del Puerto, deslucida salvo el pastueño quinto, Alejandro Talavante bordó el toreo y recordó a aquel diestro, henchido de personalidad, que atesora un toreo de muchos quilates.

La magia llegó a Olivenza, para deleite de un público paciente que soportó la lluvia que hizo presencia durante gran parte de la corrida, en el quinto toro, un manso al que Talavante supo encontrarle su buen fondo y al que sujetó en los medios, pues en el inicio de faena miraba a las tablas. Faena larga hecha sobre la mano izquierda, toda una sinfonía de toreo al natural que desató un clamor en los tendidos. Lo mejor, ese cambió de mano para engarzar con el natural y enroscarse el toro a la cintura, y magnífico el toreo de rodilla genuflexa, en los doblones de inicio y en los delicados ayudados finales, antes de cuadrar al toro y matarlo de una gran estocada. Dos orejas paseó con los aficionados volcados con el torero.

Antes tuvo un segundo toro acapachado y bizco del pitón izquierdo, un toro bruto en el capote, que no seguía la muleta por abajo. Un puyazo corneando el peto y vistoso quite por chicuelinas.

Talavante a hombros en Olivenza

Talavante a hombros en Olivenza / Jero Morales | EFE

Inicio de faena estético y poderoso, rodilla genuflexa, lo llevaba el de Badajoz hacia delante. Primero con la diestra dos series en redondo, después al natural, toro deslucido, salía en el remate con la cara alta. Pero para eso está la muleta y el torero lo corrigió en una tanda con la mano derecha, ya al final de la faena. Ayudados para cuadrar al toro, estocada y oreja.

El resto de la corrida estuvo a tono con la tarde. Poco ofensivo el toro que abrió el festejo, pues no lució en el capote de José María Manzanares. Fácil el torero ante un animal que iba y venía sin entrega, desclasado, soltaba la cara en el remate. Una tanda con la diestra estimable al final del trasteo y poco más en una faena para salir del paso. Ovación con saludos.

El cuarto de la Ventana del Puerto, también fue un toro deslucido. Tomaba sin celo la muleta y tenía clara querencia a los tableros, a los que se fue. En ese terreno, Manzanares, viendo que languidecía su tarde, se aplicó y cobró muletazos de buen trazo. Estocada y otra vez ovación con saludos de un público extremadamente cariñoso.

Malo sin paliativos resultó ser el lote de Roca Rey. Toro galopón de salida el tercero, un astado muy reunido que tomó con clase el capote del peruano, primero a la verónica y después por tijerillas.

En el tercio sin probaturas, Roca Rey llevó en redondo y a media altura al del Puerto, que parecía que iba a seguir la tela, más le faltaba transmisión. Mansote, primero se rajó y después tomaba la muleta saliendo de ella distraído. Faena larga y efectista, de poca enjundia, al final junto a la puerta de chiqueros.

El sexto era un toro de bonitas hechuras, acucharado de cuerna. Lo toreó con gusto a la verónica Roca Rey, se arrancó de largo al caballo, en el que hizo pelea de bravo. Ahí se rompió el animal porque llegó muy a menos a la muleta, perdía constantemente las manos. Faena muy deslucida.

Tarde que parece indicar que Alejandro Talavante tiene mucho que decir a tenor de la sinfonía de toreo caro que ayer plasmó ante una plaza llena de aficionados que saben apreciar el toreo.