Por qué no se va y se elimina a todos?", me preguntaba un chico, refiriéndose al mal denominado Estado Islámico, ya que no creo que haya sido reconocido como tal por ningún organismo. Con esta pregunta estaba más o menos, sin saberlo, justificando algunas soluciones históricas, como las cruzadas. No en vano, seguramente, muchos habrán pensado lo mismo.

¿Realmente la solución pasa por las espadas? Estamos en la semana más importante del año para los cristianos. Vamos a celebrar el triunfo, no de las espadas, pues, "quien a hierro mata...", sino del amor crucificado, de la entrega y el perdón. Aunque no seas de los que asisten a las celebraciones, lo vas a ver representado en la variada imaginería que inunda nuestras calles estos días.

¿Solución? No sé. Pero hay que buscarla. Mientras tanto no queda otra que, para los que creen que una fuerza superior puede intervenir de alguna forma, rezar. Esta Semana Santa se invita a hacerlo no sólo de manera individual, sino pública. Se invita a pedir, sobre todo, por los cristianos perseguidos. Es principalmente la comunidad cristiana de los países donde el yihadismo islámico más está atacando la que más está sufriendo: sus opciones son huir de sus hogares, convertirse o morir.

Los templos y las casas se pueden reconstruir, las vidas humanas no. Secuestros en masa, asesinados de niños, violaciones, son el pan nuestro de cada día de miles de cristianos en Siria, Pakistán, Irak, Nigeria, India. Los medios, ventana por la que solemos casi exclusivamente mirar la realidad, no siempre nos muestran esta otra realidad. Si eres de los que creen, no te quedes impasible y reza por las víctimas de esas "personas que dicen ser religiosas, pero que abusan de la religión para convertirla en una ideología que se doblegue a sus intereses de opresión y muerte", como las ha definido el papa Francisco.