Hacia 1990, surgió en Birmingham (Inglaterra) un tipo de tienda que arrasó en el mercado de la ropa adolescente. Se trataba de comercios amplios con muchos focos de luces indirectas, muchos bafles emitiendo música discotequera, muchos monitores de televisión con vídeo-clips, muchos estantes y perchas donde la clientela manoseaba la ropa y muchas dependientas muy jóvenes, muy marchosas y muy atrevidas.

Uno entraba en aquellas tiendas y más que ir de compras parecía protagonizar un vídeo de la cadena musical MTV. La experiencia fue un éxito. Inmediatamente, los cazadores de ideas de la empresa española Inditex (Zara , Pull & Bear , etc.), que recorren continuamente el mundo atentos a cualquier novedad en la moda y en su mercadotecnia, ya surja en Tokio o en Milán, tomaron nota de aquel estilo de venta, bautizado por algunos técnicos de marketing como shopping clip , y lo importaron.

MODA ADOLESCENTE FEMENINA

El resultado fue la inmediata aparición de la cadena de tiendas de moda adolescente femenina Stradivarius , a la que siguió posteriormente Bershka . Una docena de años después de que el shopping clip triunfara en Inglaterra, la ciudad feliz también conoció este estilo de comercio joven, standarizado y muy estudiado donde las dependientas, aunque parecen estar divirtiéndose, en realidad no se permiten ni un error, ni una pérdida de tiempo.

En la ciudad feliz , antes del shopping clip , también triunfó el shopping center , esas concentraciones comerciales de franquicias y grandes cadenas de moda que son iguales en Cáceres, en Oporto o en Dusseldorf y donde despacha una dependienta tipo: joven, mona, eficaz y sonriente.

Esa profesionalidad casi robótica está muy bien, pero no conecta con las esencias comerciales de Cáceres, donde lo típico y castizo es la tendera feliz que, además de vender, e incluso por encima de vender, lo que pretende es disfrutar, comentar y reír, además de despachar.

En Cáceres, uno va a comprar pinturas y resulta que la tendera está charlando con una amiga de asuntos municipales, de temas feriales, de proyectos veraniegos. La tienda se va llenando, los clientes aguardan en silencio, nadie protesta, la tendera sigue hablando por los codos y hasta que la conversación no muere, no atiende al siguiente.

O vas a una elegante boutique de señora y la tendera charla por teléfono con una amiga del alma sobre hombres, separaciones, amoríos y desplantes. Entra una clienta, dos, tres... La tendera ni se inmuta y sigue contando en voz alta vidas y milagros.

Entras a ver pisos a una agencia y te atienden, pero llega una pareja y la vendedora, tras besar a los recién llegados, empieza a charlar con ellos y te abandona. Eso sí, te involucra en la conversación haciéndote partícipe de mil confidencias que no quieres conocer.

Afortunadamente, además de la tendera standarizada de vídeo clip y de la la tendera tertuliana, hay un tercer tipo de comerciante cacereño que aúna el desparpajo con la profesionalidad. Se podrían seleccionar varios casos, pero me quedo con uno observado la otra tarde en una tienda de la calle Donoso Cortés llamada Calzados Isabel.

La tienda estaba llena de señoras castizas que empleaban un vocabulario muy rico: "Quería unas zapatillas para chanclear... Necesitaba unos zapatos cómodos para albolarear". Los dependientes y las dependientas atendían a varias clientas a la vez y a todas les decían algo agradable y ocurrente al tiempo que les mostraban el género, las aconsejaban y las dejaban preparadas para chanclear contentas. Es en esa tendera y en ese tendero listo, tierno, rápido y eficiente donde está el futuro comercial de la ciudad feliz : son la principal baza para resistir el acoso del shopping clip , del shopping on line y del shopping center .