La FIFA debía encargarse de regular y promocionar el fútbol, el deporte más popular del mundo. En cambio durante al menos 24 años ha alimentado "una cultura de corrupción y avaricia" y ha funcionado con una corrupción "descarada" y "rampante, sistémica y profundamente enraizada", "endémica", que ha permitido a sus mandos enriquecerse ilícitamente "una y otra vez, año tras año, torneo tras torneo" y "ha dañado profundamente a multitud de víctimas, desde jóvenes ligas a países en desarrollo".

Todas esas acusaciones se escucharon ayer en Nueva York, donde la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch; el director del FBI, James Comey, y otras autoridades presentaron en una abarrotada rueda de prensa el caso abierto contra nueve directivos de la FIFA y cinco empresarios, una imputación con 47 cargos que se hizo pública horas después de que en Suiza se detuviera a siete de los encausados y se iniciaran las extradiciones a Estados Unidos.

Fraude, conspiración para el lavado de dinero, soborno... Con cargos federales habitualmente reservados para mafias o carteles de droga se describieron en detalle las tramas de corrupción. Las más frecuentes (nueve de las 12 identificadas) fueron el pago o la exigencia de sobornos, por más de 150 millones de dólares, entre los cargos de la FIFA y empresarios de compañías que comercializan derechos deportivos y de retransmisiones.

Esos, no obstante, no fueron los únicos delitos que ahora se llevarán a juicio: también los hubo en la elección de la sede del Mundial del 2010, que se celebró en Sudáfrica, en la elección presidencial de la FIFA del 2011 y en sobornos conectados al patrocinio de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) por parte de una importante casa de ropa deportiva estadounidense.

El caso daba pie ayer a una metáfora fácil pero quizá también inevitable y no pudo contenerse en usarla Richard Weber, jefe de la división de investigaciones criminales de la agencia tributaria estadounidense: "Esto es el Mundial del fraude y hoy sacamos tarjeta roja a la FIFA".

INVESTIGACION ABIERTA Aunque el organismo aseguró ayer que "da la bienvenida a acciones que puedan contribuir a erradicar cualquier delito del fútbol", mantiene su plan de elecciones mañana y no ha visto imputado a Joseph Blatter, el cuatro veces presidente que opta a un quinto mandato, está lejos de poder respirar tranquila. Lynch recomendó a la organización "mucho examen de conciencia" y el fiscal Kelly Currie subrayó con contundencia que "este es el principio de nuestros esfuerzos, no el final". Es el mensaje para la FIFA y para todo el fútbol.