Fue en el turno de réplica del pleno de investidura de esta semana: "Nunca más le volveré a poner la otra mejilla, señor Monago". La frase de Guillermo Fernández Vara al ahora líder de la oposición tiene su enjundia, como dicen en los pueblos, pues está cargada de mensaje y no tanto hacia el PP, que también, como hacia el propio PSOE.

El Vara benévolo de antaño, el de los besos y los abrazos que tan buenas formas mostraba, fue utilizado por Monago cuando estaba en la oposición para hacerse un sitio en la política extremeña en muy poco tiempo. El entonces recién llegado líder popular fue muy hábil y conciliaba con una mano y arreaba con la otra, logrando en sólo dos años tras la marcha de Carlos Floriano ponerse al mismo nivel de conocimiento que su adversario.

En el seno del grupo socialista más de un diputado se retorcía en su escaño cuando José Antonio Monago daba puñetazos, políticos se entiende, y Vara, más que contraatacar, hacía de 'sparring' manteniendo el tono conciliador y amigable. Así es Guillermo, decían en su partido, a la vez que torcían el gesto viendo que Monago salía impune de los enfrentamientos hasta el punto de jugarle de tú a tú la contienda electoral de 2011 y ganarle la partida.

En estos cuatro años Guillermo Fernández Vara ha cambiado y, por eso, avisó esta semana de su nueva tesitura. El mismo reconoció el miércoles que Monago le ha hecho cambiar en las formas, pues lejos de reconciliarse con él en su etapa como líder de la oposición, se ha alejado aún más. Y es que aunque todo empezó bien, en cuanto avanzó la legislatura y se vio que nuevamente ambos políticos iban a ser adversarios electorales, cada cual resituó su punto de mira colocándola en el otro.

Es un hecho evidente que el nuevo presidente extremeño ha decidido jugársela con Podemos y Ciudadanos, y ha situado al PP en la oposición pura y dura, con quien no tiene reparo en dialogar e incluso llegar a acuerdos, pero sin otorgarle un lugar preferente. En los primeros encuentros en el Parlamento se ha visto este gesto de forma evidente. No llega a ser desprecio, pero tampoco aprecio. Y el PSOE está encantado, dicho sea de paso, recobran las reglas del juego tradicionales en las que la derecha está enfrente y resulta el enemigo. Aunque Podemos sea un 'hueso' difícil de roer, siempre será mejor moverse en la misma línea de flotación que andar con saltos en el vacío dándole protagonismo a quien no se quiere. En la legislatura en que Vara gobernó la primera vez no tenía ninguna necesidad de pactar, gozaba de 38 diputados frente a 27 del PP y no había ningún otro grupo parlamentario en la Asamblea. Sin embargo, Vara decidió someterlo casi todo al consenso, incluso la Ley de Educación que llegó a ser ejemplo de conciliación PSOE-PP en toda España. Cuando en ningún sitio ambos partidos lograban ponerse de acuerdo, aquí incluso se conseguía en los grandes temas.

Nos esperan un montón de 'cara a cara' Vara-Monago a lo largo de la próxima legislatura. Y si ya no cabe poner la otra mejilla por parte de nadie porque el líder del PP nunca la ha puesto, es previsible que el enfrentamiento vaya a mayores. Monago no es un político que se achique, todo lo contrario se crece ante las adversidades y, curiosamente, desde el punto de vista parlamentario parece sentirse más cómodo en la oposición.

Sin embargo, Vara tiene un arma bajo el escaño con la que hasta ahora no contaba y es que, igual que anteriormente sólo cabía la defensa, ahora el PP tiene recorrido, ha gobernado, por lo que también es posible el ataque. Ya se sabe que los números, las cifras y estadísticas se pueden maltratar hasta que acaban diciendo lo que uno quiere. Si no, el ejemplo de esta misma semana, donde ni uno ni otro pudieron ponerse de acuerdo acerca de la situación de la Hacienda extremeña. Más de una comparativa se va a ver de aquí a los próximos meses, y la cintura de uno y otro también, al igual que el arte de seducción para con el resto de fuerzas políticas. Una legislatura de lo más interesante.