Si tuviéramos que escoger el top ten de las grandes historias de amor de todos los tiempos, ¿hay alguna duda de que la de Elizabeth Taylor y Richard Burton estaría incluida? En absoluto. El decía: "Los dioses me van a castigar eternamente por haber recibido el fuego e intentar apagarlo. El fuego, por supuesto, eres tú". Ella decía: "Desde pequeña he creído que estaba predestinada. Y es verdad, mi destino eras tú". Infinito amor. Sin embargo, ni contigo ni sin ti. Así fue la relación entre dos iconos de Hollywood y así se refleja en el libro El amor y la furia (Lumen), escrito por Sam Kashner, colaborador de Vanity Fair , y Nancy Schoenberger, profesora universitaria. Ambos han contado con la colaboración de Elizabeth Taylor, que, entre otras cosas, les confesó que guarda cerca de su cama la última carta que recibió del gran amor de su vida.

Burton envió esa carta el 2 de agosto de 1984, tres días antes de morir. La escribió "a escondidas" y en ella le decía que "estar en casa era estar con ella" y que él quería "estar en casa". El vivía en Suiza y ella, en Los Angeles. Años antes se habían amado hasta hartarse. Más todavía, se habían peleado. Y más todavía, se habían emborrachado. Estuvieron 13 años juntos y pasaron por dos bodas y dos divorcios.

EN LOS 50 La última carta de amor que escribió Burton fue el colofón a una historia de amor que comenzó en los años 50, cuando se conocieron. El tenía 28 años y era todo un carácter. Ella, 21 y era la mujer más bella del mundo, poseedora de unos fascinantes y únicos ojos violetas. El amor llegó durante el rodaje de Cleopatra . Muchos vieron la relación como una conquista más por parte de ambos, pero el idilio cuajó y conmocionó al mundo. Los paparazis se cebaban con ellos. "Desde los primeros momentos siempre estuvimos loca e intensamente enamorados", aseguró la actriz.

El amor entre los dos protagonistas de ¿Quién teme a Virginia Woolf? no parecía de este mundo. "Si me dejas me tendré que suicidar. Sin ti no hay vida", amenazó Burton. "En general --confesó-- he tratado muy mal a las mujeres y las he utilizado para ejercitar mi desprecio. Salvo en tu caso. Después de tu muerte habrá una sola más. Y será la mía", escribió el actor cuando la relación ya estaba muy tocada y Elizabeth se marchó de su lado. Fue entonces cuando Burton acudió por primera vez a un médico para intentar desenchangarse del alcohol. El aseguraba que no era un alcohólico sino un simple borrachín, como lo fue su padre.

BESOS EN LA BOCA Otra de las cartas incluidas en El amor y la furia hacen referencia a los celos de Burton. Cuando su mujer iba a rodar Salvaje y peligrosa con Michael Caine, él le dejó una nota en la que decía: "Nada de besos con la boca abierta. Ni de alborotarse y todo eso. Si no, me tendrás en el estudio y alguna chica que me sé lo pasa muy mal con un marido que me sé. Te quiero, pequeña mía. Tu marido".

A pesar de lo mucho que bebían, la pareja tenía una agenda de trabajo muy apretada. Y eso que Burton era muy consciente de las miserias que rodean al cine. "La fama es perniciosa. El dinero, también", confesó a la prensa, a la que aireó su constante desprecio a la interpretación. Hartos el uno del otro, Liz y Dick se divorciaron. Pero se volvieron a casar en octubre de 1975. Era la sexta vez que Taylor se casaba. Para Burton era la tercera. "¿Qué te parece? Ahora sí que vuelves a ser mi marido de verdad. Y tengo una noticia: ya no habrá más bodas ni más divorcios. Estamos pegados como las plumas de gallina a la brea, para la deliciosa eternidad. ¿Te das cuenta de que envejeceremos juntos?", escribió Liz a su amor. "Nunca en toda mi vida he encontrado una papel tan bueno como el de marido de Elizabeth Taylor", aseguraba él.