Antonio Banderas tiene un lema: "No hay nada imposible". Así lo pensaba hace años, cuando emigró a un "inhóspito" EEUU y así lo sigue pensado ahora, cuando se ha convertido en un icono. Sin embargo, tras más de 80 películas en su carrera, el actor malagueño considera que lo bueno está aún por llegar. "Todavía no he hecho mi obra, esa por la que seré recordado. Pero sigo en ello", confesó en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), un festival que hace 21 años le premió por La blanca paloma y que ayer le otorgó la Espiga de Honor a sus 50 años. "En el Festival de San Sebastián me dieron el Donostia con 48 años. A lo mejor me homenajean tan joven porque mi final está cerca y tengo una enfermedad secreta", se rió.

Banderas sabe venderse. Es agradable. Contesta todas las preguntas. Y las incómodas, las torea con paciencia. No tiene nada que ver con otros actores ásperos con la prensa, como Javier Bardem. Eso sí, reconoce que cuando está en España se le quitan las ganas de salir a la calle. La fama ha anulado las cañas y los paseos con los amigos.

Banderas, que está rodando bajo la batuta de su amigo Pedro Almodóvar, tiene en mente regresar en breve a España. Lo hará en septiembre del año que viene como director de una película que rodará en inglés ("es imprescindible para vender la película en los mercados internacionales") pero con actores españoles. Al contrario de lo que ocurrió con sus otras dos cintas como director (El camino de los ingleses y Locos por Alabama ) él también aparecerá. Será el protagonista, un coronel español con traumas postraumáticos que vive una experiencia "muy especial". La película se titulará Alone (Solo) y será una "reflexión sobre la soledad con aromas de ciencia ficción". Su vocación será la de conquistar la taquilla, algo con lo que no nació El camino de los ingleses , un "experimento" con el que el actor trató de encontrarse a sí mismo.